“Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos a fin de que llevemos fruto para Dios”

Romanos 7:4

LA LEY DEL PECADO Y DE LA MUERTE (Rom. 8:1-8)

lunes 5 de mayo, 2014

Pablo le asegura al cristiano que “ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús [...] porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Rom. 8:1, 2). Si leemos estos versículos separados de su contexto inmediato, parecería que Pablo se estaba refiriendo a dos leyes opuestas: la ley de vida, y la ley de pecado y de muerte. Sin embargo, la diferencia no es con la ley, sino con la persona antes, y después de que ha recibido a Cristo.

¿De qué modo el análisis de Pablo en Romanos 7:7 al 13 ilustra el rol de la Ley?

La función de la Ley depende de la persona con la que está asociada. El mismo cuchillo, por ejemplo, puede ser usado por un cirujano para sanar o por un asesino para matar. De la misma manera, un ladrón que quebranta una ley para robar la cartera de una persona estará, con la ley, en una relación diferente de aquel a quien la ley tenía la intención de proteger (el dueño de la cartera). La Ley misma puede a veces describirse como “santa y justa y buena” (Rom. 7:12), o como “la ley del pecado y de la muerte” (Rom. 8:2). Sin embargo, de la misma forma en que la venganza retributiva de Dios no le impide ser un Dios de amor, la función de la Ley como un agente del pecado y de la muerte no la hace pecaminosa.

De acuerdo con Romanos 8:5 al 8, la Ley es un instrumento de “pecado y de muerte” para los que “piensan en las cosas de la carne” (Rom. 8:5). Esto describe a la persona que todavía está casada con el “viejo hombre” y no tiene deseo aparente de cortar la relación y unirse al Cristo resucitado. Como resultado de esta unión pecaminosa, la persona se encuentra “en enemistad” contra Dios y su Ley, pues están en lados opuestos (Rom. 8:7).

Pablo luego enfatiza que es imposible para la persona que “piensa en las cosas de la carne” someterse a la Ley de Dios, o siquiera agradarle (Rom. 8:7, 8). Esto obviamente, no es una referencia a la persona que lucha según Romanos 7:13 al 25, ya que esta sirve a la Ley de Dios “con la mente” (Rom. 7:25). Pablo probablemente se refiere a quienes por su maldad “detienen... la verdad” (Rom. 1:18). Es para estos rebeldes contra la soberanía de Dios que la Ley llega a ser un instrumento del pecado y de la muerte (Rom. 2:12).

¿De qué modo te relacionas con la Ley cuando la transgredes?