Conclusión
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee Marcos 5:18 al 20; Lucas 8:38 y 39; y Hechos 5:12 al 16; “Nuestro Ejemplo”, El ministerio de curación, pp. 11-18; “La gracia de la cortesía”, Mensajes selectos, t. 3, pp. 270-274 (especialmente las pp. 271, 272); “Dejad a los niños venir a mí”, El Deseado de todas las gentes, pp. 472- 476; y “Ayudo a los oprimidos”, Meditaciones matinales 1953, p. 249.
No hay dudas de que existen muchas maneras en que tu iglesia y tú pueden cooperar con otras iglesias y organizaciones para el bien de la comunidad. Es vital para tu iglesia local saber qué necesidades tiene la comunidad y, entonces, hasta donde sea posible, trabajar en armonía con otros para atenderlas. ¿Qué mejor manera hay de construir confianza entre la comunidad y aun entre otras iglesias? Cuando se establece una con anza mutua entre tu iglesia y la comunidad a la que se dirigen, se ha puesto el fundamento para que puedan avanzar hacia seguir a Jesús, porque “esta obra no será ni puede ser infructuosa” (MC 102). Solo Dios sabe cuántas personas han sido ganadas, o serán ganadas, por el sencillo acto de buscar hacer el bien a los que están necesitados.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- ¿De qué forma conciliamos esta idea de edificar buenos vínculos y lograr un buen nombre en la comunidad con la advertencia de Jesús en Mateo 10:22: “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”? ¿De qué modo resolvemos esto, que parece ser una fuerte contradicción?
- En la clase, analicen tu respuesta a la pregunta: ¿Cómo es la fe verdadera? Es decir, si realmente tenemos una fe salvífica en Jesús, ¿qué será diferente acerca de nosotros, comparados con los que no tienen esa fe?
- Debemos pensar con mucho cuidado el tema de las donaciones de otros que no son de nuestra fe. Como vimos en la sección del miércoles, Elena de White habla favorablemente acerca de recibir donaciones de aquellos que no son creyentes en Jesús. En El ministerio de curación, sin embargo, ella habló duramente contra las iglesias que aceparon dinero de quienes estaban en el negocio de las bebidas alcohólicas (aun miembros de iglesia reconocidos). Ella dijo que el dinero de estas personas “está manchado de sangre. La maldición recae sobre él” (p. 262). ¿De qué manera podemos distinguir entre lo bueno y lo malo en relación con decidir de quién aceptaremos contribuciones o con quién cooperaremos, incluso para una causa buena?