“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Sal. 51:10).
¿PERDONADO Y OLVIDADO?
Después de que David, inadvertidamente, pronunció juicio sobre sí mismo (2 Sam. 12:5, 6), Natán lo confrontó con la enormidad de su pecado. El corazón de David estaba destrozado, y confesó su pecado. Inmediatamente Natán le aseguró que “Jehová ha remitido tu pecado” (2 Sam. 12:13) y que lo perdonó. No hay un período de espera para el perdón de Dios. David no tiene que demostrar que es realmente sincero antes de que se le extienda el perdón.
Sin embargo, Natán, quien ya predijo las consecuencias del pecado de David en 2 Samuel 12:10 al 12, a continuación declara que el niño por nacer morirá.
¿Qué significa que Dios haya quitado el pecado de David? ¿Acaba de hacer borrón y cuenta nueva? ¿Todos nos olvidamos de eso? Lee 2 Samuel 12:10 al 23 mientras consideras estas preguntas.
David también debió haberse hecho estas preguntas al ver que su mundo se desmoronaba: la muerte del bebé, su familia sumida en el caos (las historias de Amnón y Absalón son dos buenos ejemplos de problemas familiares de la vida de la realeza), su futuro incierto. Y, sin embargo, a pesar de las consecuencias de su pecado, que afectó a personas inocentes como Urías y el bebé recién nacido, David también comienza a comprender que la gracia de Dios cubrirá esto y que algún día se acabarán todas las consecuencias del pecado también. Mientras tanto, puede hallar descanso para su conciencia atribulada en la gracia de Dios.
¿Qué cree David que necesita realmente? Lee Salmo 51:1 al 6.
Con el Salmo 51, David reconoce todo esto públicamente al abrir el corazón y confesar sus pecados. El clamor de misericordia de David apela al amor inagotable de Dios y a su gran compasión. Anhela la renovación.
Cuando consideramos el costo del descanso en Jesús, primero debemos reconocer que necesitamos ayuda externa. Somos pecadores, y necesitamos un Salvador; reconocemos nuestros pecados y clamamos al único que puede lavarnos, limpiarnos y renovarnos. Cuando hacemos esto, podemos cobrar valor: aquí hay un adúltero, un manipulador, un asesino y alguien que transgredió al menos cinco de los Diez Mandamientos, que pide ayuda y reclama la promesa del perdón de Dios.
Si Dios perdonó a David por lo que hizo, ¿qué esperanza hay entonces para ti?