“Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Heb. 10:14).
EL SACRIFICIO PERFECTO DE JESÚS
Lee Hebreos 7:27 y 10:10. ¿Cómo se describe el sacrificio de Jesús en estos pasajes?
Los sacerdotes levitas, que “llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar” (Heb. 7:23), contrastan con Jesús, quien vive para siempre y tiene un sacerdocio eterno (Heb. 7:24, 25). Los sacerdotes levitas “cada día” (Heb. 7:27) y “cada año” (Heb. 9:25) ofrecían ofrendas y sacrificios que “no [tenían] poder alguno para perfeccionar la conciencia de los que celebran ese culto” (Heb. 9:9 NVI; 10:1–4).
Sin embargo, Jesús ofreció “una vez para siempre un solo sacrificio” (Heb. 10:10, 12-14) que limpia nuestra conciencia (Heb. 9:14; Heb. 10:1-10) y quita el pecado de en medio (Heb. 9:26). El sacrificio de Jesús es superior al sacrificio de los animales porque Jesús era el Hijo de Dios (Heb. 7:26-28), y cumplió perfectamente la voluntad de Dios (Heb. 10:5-10).
La descripción del sacrificio de Jesús, “una vez para siempre”, tiene varias implicaciones importantes.
En primer lugar, el sacrificio de Jesús es perfectamente eficaz y nunca podrá ser superado. Los sacrificios de los sacerdotes levitas se repetían porque no eran eficaces; “de otra manera, ¿no habrían dejado ya de hacerse sacrificios? Pues los que rinden culto, purificados de una vez por todas, ya no se habrían sentido culpables de pecado” (Heb. 10:2 NVI).
En segundo lugar, los diferentes tipos de sacrificios del Antiguo Testamento encontraron su cumplimiento en la Cruz. Por lo tanto, Jesús no solo nos limpia de pecado (Heb. 9:14); también ofrece santificación (Heb. 10:10-14; 9:26). Antes de que los sacerdotes pudieran acercarse a Dios en el Santuario y ministrar en favor de sus semejantes, tenían que purificarse y santificarse, o consagrarse (Lev. 8, 9). El sacrificio de Jesús nos limpia y nos consagra (Heb. 10:10-14) para que podamos acercarnos a Dios con confianza (Heb. 10:19-23) y servirlo como “real sacerdocio” (Heb. 9:14; 1 Ped. 2:9).
Finalmente, el sacrificio de Jesús también sustenta nuestra vida espiritual. Ofrece un ejemplo para observar y seguir. Por lo tanto, Hebreos nos invita a fijar nuestros ojos en Jesús, especialmente en los eventos de la Cruz, y a seguir su ejemplo (Heb. 12:1-4; 13:12, 13).
La Cruz es la base de todos los beneficios que Dios nos concede. Ofrece purificación del pecado, santificación para servir y alimento para crecer. ¿Cuál es la mejor forma de experimentar más de lo que recibimos en Jesús?