“Un día estaba Jesús orando en un lugar y, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: ‘Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos’ ” (Luc. 11:1).
DE LA DESESPERACIÓN A LA ESPERANZA
Probablemente todos nos hemos enfrentado a momentos en los que la presencia de Dios parecía estar muy lejos de nosotros. ¿Quién no ha pensado alguna vez: ¿Cómo ha podido suceder esto?
Los salmistas, seres humanos como el resto de nosotros, seguramente se han enfrentado a cosas similares. Aunque, sí, a veces nuestros pecados nos traen pruebas, otras veces nos parecen sumamente injustas, y nos sentimos como si no mereciéramos lo que ahora se nos presenta. De nuevo, ¿quién no ha pasado por eso?
Lee Salmo 13. ¿Qué dos estados de ánimo principales puedes distinguir en este salmo? ¿Qué decisión crees que provocó el cambio radical en la perspectiva general del salmista?
“¿Hasta cuándo, Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?” (Sal. 13:1). Una vez más, ¿quién no puede identificarse con estos sentimientos, por más que sean equivocados? (¿Puede olvidarse Dios de nosotros alguna vez?)
Por tanto, Salmo 13 señala el camino para evitar otro error común, que es centrarnos en nosotros mismos y en nuestros problemas al orar. Este salmo puede transformar nuestra oración al llevarnos a reafirmar la naturaleza fiel e inmutable del trato de Dios hacia su pueblo.
Aunque el salmo comienza con lamentos y quejas, no termina ahí. Y ese es el punto crucial.
El salmo nos lleva a elegir deliberadamente confiar en el poder redentor de Dios (Sal. 13:5), de modo que nuestro temor y ansiedad (Sal. 13:1-4) puedan dar paso gradualmente a la salvación de Dios, y comencemos a experimentar el paso del lamento a la alabanza, de la desesperación a la esperanza (Sal. 13:5, 6).
Sin embargo, la mera repetición de las palabras de los salmos con solo una escasa comprensión de su significado no producirá la auténtica transformación que se pretende con su uso. Al orar los salmos, debemos buscar al Espíritu Santo para que nos capacite para actuar del modo que exige el salmo. Los salmos no solo transmiten información: son la Palabra de Dios que transforma el carácter y las acciones de los creyentes. Por la gracia de Dios, las promesas de los salmos se manifiestan en la vida de los creyentes. Esto significa que permitimos que la Palabra de Dios nos moldee según la voluntad de Dios y nos una a Cristo, quien demostró perfectamente la voluntad de Dios y, como Hijo de Dios encarnado, también oró los salmos.
¿Cómo pueden tus pruebas acercarte más a Dios? ¿Por qué, si te descuidas, pueden alejarte de él?