Libres para ser esclavos de Cristo

12 noviembre, 2011

Para muchos cristianos es difícil entender y más aun aceptar la situación de libertad que Dios nos ofrece, al parecer estamos muy acostumbrados a vivir en la esclavitud del cumplimiento de la ley y dejamos de lado el ofrecimiento que Cristo nos hace cada día de vivir revestidos de Él. La lección de esta semana nos hace una nueva apelación a enfocar nuestro vivir basados en la condición de hijos y no de esclavos. Esta metáfora que usa Pablo se adapta muy bien a los tiempos apostólicos. Recordemos que la esclavitud era algo muy común en esa época, a diferencia de la esclavitud hebrea, descrita en el antiguo testamento, donde el esclavo tenía derechos y la posibilidad de ser redimido en cualquier momento o ser libertado después de seis años de trabajo (Deut. 15:12-14), la esclavitud romana no le daba ningún derecho al esclavo y el amo lo podía mandar crucificar por cualquier razón1. Este es el tipo de esclavitud a la que se refiere Pablo, vivir siempre bajo la sentencia de la transgresión de la ley, vivir bajo la sombra de la muerte, en otras palabras, obedecer por temor y no por amor. Gálatas 3:26-4:7 describe el proceso por el cual debemos pasar para gozar de esa libertad que Dios nos ofrece cada día. Comparte y reflexiona en las siguientes preguntas con tus amigos y con tu grupo de escuela sabática.

  1. Reflexiona y comparte con tus amigos durante la semana
    1. Si eres bautizado, comparte con tus amigos los cambios que produjo tu bautismo. ¿Qué determinaciones tomaste en esa ocasión?, ¿pudiste cumplir con esos propósitos?, ¿cómo te sentiste al fallar en uno de ellos? Lee Gál. 3:27. ¿Cómo te ayudó la lección de esta semana a entender la forma de luchar con aquellos pecados que continuamente te están desafiando? (relacionado con el domingo).

    2. Mat. 18:3, I Cor. 14:20, I Ped. 2:2 y otros textos del Nuevo Testamento sugieren que debemos ser como niños para entrar en el reino de los cielos, Gálatas 4:1-2 sugiere que la condición en la que está el niño es la misma condición del esclavo. Busca estos pasajes y elabora una lista de las características deseables que se aplican a la figura de la niñez y las que no son y que debemos abandonar. Comparte esta lista el sábado en tu grupo, esto ayudará a comprender mejor esta metáfora que usa Pablo (relacionado con el lunes).

    3. Existen seis expresiones que Pablo usa en Gálatas que inician con la palabra “bajo la (de)”, una de ellas está en Gál. 4:4 “nacido bajo la ley”. Busca las otras (Gál. 3:10, 22, 23, 25; 4:2, 3, 5, 21; 5:18). Todas estas expresiones son paralelas y representan la misma idea. Reflexiona: ¿por qué Cristo tuvo que nacer bajo la ley? Todos hemos nacido bajo la condenación de la ley, ¿cómo la vida perfecta de Cristo y su sacrificio nos libran de esta condenación?, ¿cómo el sacrifico de un solo hombre puede justificar y dar libertad a todos los que en Él creen?

    4. Comentario: Elena G. de White confirma el significado de estar “bajo la Ley”. “Hay plena seguridad de esperanza al creer en cada palabra de Cristo, creer en Él estando unidos con Él por una fe viviente. Cuando ésta es su experiencia, el ser humano no está más bajo la ley porque la ley ya no condena su proceder”.2

  2. Comparte en la clase de escuela sabática
    1. Siguiendo con la metáfora de la esclavitud, Pablo nos lleva hasta lograr una condición de libertad en Gálatas 4:5, la cual atribuye totalmente el mérito al sacrificio de Cristo en la cruz. Dialoguen en la clase sobre el significado de esta libertad, ¿libres para qué? ¿Cuáles son los límites si es que existen? ¿Cómo se puede confundir esta libertad con liberalismo o incluso con legalismo?

    2. Libres para ser esclavos, el título de este artículo probablemente llama la atención por mostrarse contrario en ideas. La idea de ser llamados esclavos de Cristo tiene origen en el mismo Pablo, él se refiere a sí mismo como esclavo de Cristo (Rom. 1:1 y Fil. 1:1). Dialoga en tu grupo sobre las diferencias y los contrastes que existen en ser esclavos de la ley y ser esclavos de Cristo.

Al reconocer el sacrifico que Cristo hizo por cada uno de nosotros y al aceptar ser revestidos por Él, cada día, estamos aceptando la condición de ser hijos e hijas de Dios, y gozamos de los mismos derechos de Jesús, nuestro hermano mayor, y contamos con la promesa de libertad de las cadenas del pecado y de gozar la herencia de Reino de Cristo.

Referencias

  1. Fred H Wight, Usos y costumbres de las Tierras Bíblicas. Editorial Portavoz, 1981.

  2. Elena G. de White, Carta 11, 1897; citado en En lugares celestiales, p. 144

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