La propaganda no es suficiente

¿Será suficiente que todo el mundo conozca de Cristo para que Él vuelva a buscarnos?

Si fuera así, podríamos diseñar una campaña mundial de propaganda para presentar a Cristo como el Salvador. Podríamos escribir un mensaje breve que llegue a todas las culturas, las lenguas.

Jesús, el hijo de Dios que vino al mundo a vivir como un judío en el siglo I, murió en la cruz para salvarte a ti de la muerte por tus pecados. Ha prometido que si crees en Él te salvará y vendrá a buscarte para darte vida eterna en un mundo perfecto y renovado. ¡Cree y acepta su regalo!

Con no mucho más que 50 palabras, trasmitiríamos el mensaje esencial. Con tecnología y dinero el mensaje sería difundido en la internet, en carteles por las avenidas más transitadas de las ciudades, en los periódicos, en los envases de los alimentos, en los medios de transporte…

Algunas empresas internacionales han penetrado con sus negocios y productos en casi todos los países del mundo. Son tan conocidos que muchos confunden la marca de sus productos con el producto mismo. Mc Donald, una cadena de comida rápida, está en 119 países del mundo. General Electric, una empresa de productos eléctricos, en 100 países. Coca-cola, una empresa que produce refrescos, en más de 200 países del mundo. ¿Y el mensaje de Cristo?

Según Religion Facts( www.religionfacts.org), la Iglesia Adventista del Séptimo Día está en 203 de los 228 países reconocidos por las Naciones Unidas, con 12 millones de miembros bautizados y unos 25 millones de adherentes en todo el mundo. ¿Esto es suficiente? Parece que no, porque el mundo que ya tiene siete mil millones de habitantes, sigue creciendo a una velocidad cada vez más vertiginosa, y dos de cada tres personas de este planeta viven en la zona del mundo llamada como la ventana 10/40 donde el 90% de la población aún no ha conocido a Cristo ( www.home.snu.edu). La tarea parece muy difícil, casi imposible.

Y es más difícil aún porque Cristo no nos ha pedido que "hagamos propaganda" del mensaje de salvación que Él ofrece gratuitamente, sino nos ha pedido más. Mucho más.

"Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado. Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Amén." (Mateo 28: 19 y 20, versión Reina Valera Contemporánea).

Una lectura cuidadosa del texto nos permite entender que la tarea consiste en hacer discípulos. Hacer seguidores. Aprendices. Imitadores. Copias fieles. ¿De quién? De Jesús.

Esta comisión consiste en primer lugar ser discípulos nosotros mismos (nadie puede dar lo que no tiene), luego buscar y animar a otros de que lo sean, no por mirarnos a nosotros –-que también estamos en el camino— sino por seguir a Cristo que es el modelo. Y el proceso de hacer discípulos es enseñar quién es Jesús y bautizar a los discípulos para confirmar públicamente el discipulado.

Esto es evangelismo. Es mucho más que propaganda. Es un estilo de vida que atrae la atención. Es un mensaje que comunica. Es docencia. Es pastorado.

Además en el marco del conflicto cósmico donde el carácter de Dios está en cuestionamiento ante todo el universo, el grupo de discípulos, se convierte en el testimonio viviente e irrefutable para reivindicar el carácter divino ante toda criatura.

Piensa en cómo con tus talentos, tu trabajo o tus estudios, tus relaciones y tus ocupaciones puedes incorporar el evangelismo como el centro de tu vida. Cómo transitas por el mundo haciendo discípulos.

No te olvides que aunque la tarea es imposible para los ojos humanos, Jesús ha prometido estar con nosotros, ¡y a Él le encanta sorprendernos con acciones milagrosas!

Prepárate para compartir tus ideas iniciales de los proyectos evangélicos que Dios ha puesto en tu corazón este sábado y para experimentar estas innovaciones a lo largo de los próximos tres meses.

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