Seguidores o discípulos

Las noticias hablan de las celebridades y sus seguidores. Hace unos pocos meses Lady Gaga alcanzó diez millones de seguidores en Twitter --una herramienta virtual de las redes sociales que permite que una persona envíe mensajes breves a sus “seguidores”—y lo festejó con un tweet. Barack Obama, el presidente de los Estados Unidos con treinta y siete millones de seguidores en Twitter es el gobernante más seguido en el mundo. En tercer lugar está el actual presidente mexicano, Enrique Peña Nieto. ¿Qué relación o compromiso tiene un seguidor con la persona a la que sigue? Realmente ninguna relación y ningún compromiso.

Otra manera de manifestar que una persona es seguidora de otra o de una idea es señalando por medio de un “me gusta” representado por el típico gesto universal de un puño con el pulgar hacia arriba. Hay concursos en busca de quién consigue más “me gusta” en la internet. Algunas páginas se distribuyen rápidamente por las redes sociales de modo que consigan mucha aceptación. ¿Qué compromiso tiene el que opinó que le gusta con la persona o la idea sobre la que se expresó positivamente? Ninguno.

Nuestro mundo parece promover las relaciones superficiales y sin compromiso. Sin embargo, estas relaciones no satisfacen las necesidades del ser humano. Un ejemplo son los distintos testimonios del impacto que ha hecho Nelson Mandela, líder sudafricano recién fallecido, según el testimonio de sus seguidores. “Nelson Mandela se ha destacado como figura de fuerza, esperanza, libertad, generosidad y amor, y me uno a todos en el mundo que están de luto por su muerte. Sin embargo, él fue más que una figura para mí: fue mi mentor, mi padrino honorario, mi Tata. Desde que lo conocí en 1993 me guió y me dio una razón para estar en los momentos difíciles de mi vida. Cambió mi percepción del mundo” dijo una reconocida modelo británica. Estas palabras denotan una relación cercana entre el mentor y el seguidor, un impacto profundo en la mentalidad y la conducta del seguidor por la influencia del mentor.

Este trimestre vamos a explorar la relación que Cristo quiere tener con nosotros (“Si vosotros permanecéis en mi Palabra, verdaderamente sois mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” Juan 8:31), y la misión que nos ha puesto delante para darle sentido a nuestra existencia (“Por tanto id y hacer discípulos a todas las naciones bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarde todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” Mateo 28:18-20).

El punto de partida para establecer una relación con Cristo y cumplir con la misión es la Biblia. Por eso, esta primera semana del trimestre estudiaremos la autoridad de las Sagradas Escrituras junto con historias de discípulos. Te invito a reflexionar profundamente por medio de dos ejercicios:

  1. Analiza las referencias en las Escrituras y en los capítulos de El deseado de todas las gentes de Elena de White referidos a la infancia y juventud de Cristo sobre cómo Cristo consideraba las Escrituras, cuánto y cómo las utilizaba. Aplica este análisis a tu propia vida. Responde a la pregunta: ¿Cómo se vería mi semana próxima si considerara y utilizara la Biblia como lo hacía Cristo? Imagina los resultados y pon en práctica los cambios necesarios.
  2. Elije tres o cuatro de los personajes favoritos de la Biblia que se relacionaron con Jesús en esta tierra. Analiza cómo Cristo los trató para convertirlos en discípulos, la reacción paulatina del personaje en sus encuentros con Jesús y el resultado final. Compara estos episodios con tu propia experiencia espiritual con Cristo. ¿A cuál de los personajes bíblicos te pareces? ¿Hacia dónde va la tendencia en tu relación con Cristo?

Elena de White expresa de un modo maravilloso los resultados de ser un discípulo de Jesús:

“Cuando atesoramos el amor de Cristo en el corazón, así como una dulce fragancia, no puede ocultarse. Su santa influencia será sentida por todos aquellos con quienes nos relacionemos. El espíritu de Cristo en el corazón es como un manantial en un desierto, que se derrama para refrescarlo todo, y despertar en los que ya están por perecer ansias de beber del agua de vida” Camino a Cristo, p. 77.

¿No te resulta atractivo ser un discípulo de Jesús y contagiar al mundo con el perfume del discipulado?

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