"Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores" (Génesis 37:3).

Para Estudiar y Meditar.

viernes 22 abril, 2011

Lee "El regreso a Canaán", "José en Egipto", "José y sus hermanos", Patriarcas y profetas, pp. 203-245; y el Comentario bíblico adventista, t. 1, pp. 439-444.

"José, sin sospechar lo que le sucedería, se acercó a sus hermanos con alegría de corazón, para saludarlos después de su largo y cansador viaje. Sus hermanos, rudamente, lo rechazaron. Les dijo cuál era su mensaje, pero ellos no le contestaron. José se alarmó por sus miradas airadas. [...] Lo acusaron de hipocresía. Mientras expresaban sus sentimientos envidiosos, Satanás controlaba sus mentes, y no tenían sentido de piedad ni sentimientos de amor por su hermano. Le quitaron la túnica de diversos colores que vestía, que era una muestra del amor de su padre, y que había excitado sus sentimientos de envidia" (SP 1: pp. 128, 129).

Preguntas Para Dialogar:

1. ¿Qué otras clases de "túnicas de muchos colores" existen? ¿Cuáles son las cosas del mundo que codiciamos, que más temprano o más tarde pueden fácilmente sernos quitadas y manchadas con sangre? ¿Qué clase de honores mundanales parecen significar tanto y, no obstante, al final, realmente no significan nada?

2. Piensa en el contexto de la lección de esta semana y luego lee Génesis 45:22. ¿Qué ironía se encuentra aquí?

3. José, a menudo, ha sido considerado un tipo de Cristo. Repasa la historia de José y considera qué similitudes puedes encontrar entre Cristo y José. Comparte tus respuestas con tu clase.

4. Probablemente haya pocas dudas de que los hermanos sintieron gran remordimiento por sus acciones. No sabemos qué hizo el padre con la túnica ensangrentada. Tal vez la guardó como un recuerdo de su amado hijo. Imagínate cómo se habrán sentido los hermanos cada vez que veían ese manto, que una vez fue un símbolo de su envidia, y ahora era un símbolo de su culpabilidad. ¿Cómo podemos aprender a pensar antes de actuar, y no hacer cosas precipitadamente? ¡Cuán diferente podría haber sido esta historia si los hermanos hubieran conocido al Señor, a quien servía su padre! Si los hermanos hubieran sabido cómo orar, cómo morir al yo, cómo entregarse al Señor con fe y obediencia, nada de esto habría ocurrido, y se habría evitado mucho dolor y sufrimiento. ¿Cómo podemos aprender a no caer en la misma trampa en la que cayeron estos hombres?

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