"Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de jehová nuestro Hacedor. Porque él es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano" (Salmos 95:6,7).

LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD

martes 12 de julio, 2011

Como hemos visto, el sábado señala a la creación, un tema importante de adoración, y también a la redención. Deuteronomio 5:15 nos dice: "Recuerda que fuiste esclavo en Egipto, y que El Señor tu Dios te sacó de allí con gran despliegue de fuerza y poder. Por eso El Señor tu Dios te manda observar el día sábado" (NVI). Estas palabras son un eco del mensaje del primer ángel, el de la redención y la salvación.

Y esta redención está simbolizada por lo que Dios hizo en favor de los hijos de Israel por medio del Éxodo. Ningún dios de Egipto tenía el poder de detener a estos esclavos de escapar de su servidumbre. Solamente el Dios de Israel, que se reveló en milagros poderosos y con su presencia en gloria majestuosa, tenía la capacidad de librarlos con "mano poderosa" y "brazo extendido" (Deuteronomio 5:15). Así que, les dio el sábado para ser un recordativo de su liberación y, para nosotros, un recordativo de la esclavitud de la que nos libró Cristo.

Lee Romanos 6:16 al 23. ¿Qué promesas ves aquí y cómo se relaciona esto con lo que Dios hizo por Israel en Egipto?

El Nuevo Testamento enseña que la esclavitud del pecado demanda un Salvador poderoso, tan ciertamente como la servidumbre en Egipto lo hizo necesario para el antiguo Israel. Esto es lo que los hijos de Israel experimentaron; y es lo que los cristianos necesitamos hoy, porque el Dios que los libró de su servidumbre es el mismo que nos libra de la nuestra.

Si necesitamos una razón para adorar a Dios, ¿no sería la liberación de la esclavitud en que nos encontrábamos? Los hijos de Israel cantaron un canto maravilloso una vez que fueron librados (ver Éxodo 15) . De este modo, la experiencia de adoración en sábado debería ser una celebración de la gracia de Dios que nos libra, no solo de la penalidad legal del pecado (que cayó sobre Jesús en nuestro favor), sino también del poder que tiene el pecado para esclavizarnos.

¿Qué significa no ser esclavos del pecado? ¿Significa que ya no somos pecadores, o que a veces todavía pecamos? Pero, más aún, ¿cómo podemos aprender a reclamar las promesas de liberación que el evangelio nos ofrece y hecerlas reales?