“El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza” (Apocalipsis 5:12)

EN LA CRUZ

domingo 15 de enero, 2012

"Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Rom. 5:8). ¿Qué nos dice este texto?

En la cruz, en forma humillante e inconcebible, Dios triunfa sobre el enemigo y lo avergüenza. El amor, la justicia y la compasión se funden en un acto singular. Dios perdona a los pecadores al pagar él mismo el precio del pecado y al recibir la penalidad de ese pecado. En el Calvario, Dios revela cuán costoso es el perdón.

Cristo no murió para que Dios nos amara. El amor del Padre es la fuente de la expiación, y no la consecuencia (Juan 3:16, 17). Dios no nos ama porque Cristo murió por nosotros; Cristo murió por nosotros porque Dios nos ama. Cristo no murió para que el Padre amara a los pecadores. Ese amor estuvo eternamente en el corazón de Dios. Nota cómo él insiste en esta verdad en Juan 3:16 y 17, y en Juan 16:26 y 27.

Es una tragedia que hayamos perdido mucho del conocimiento de Dios, contra quien hemos pecado. No sentimos necesidad de arrepentirnos porque no pensamos haber ofendido a Dios con nuestros pecados. Podemos llegar a ser insensibles a la realidad de cuán malo es el pecado. El sentimentalismo religioso moderno minimiza la repugnancia hacia el pecado; y, como este ya no nos molesta, es difícil darnos cuenta de que el pecado despierta la ira de un Dios santo.

Pablo no tiene miedo de hablar de la ira de Dios. ¿Cómo la expresa en Romanos 1:18?

Esta declaración establece el tono para un largo tratamiento de la inclinación al pecado, que Pablo sigue analizando en los dos capítulos siguientes (hasta Romanos 3:20).

Un aspecto del evangelio es que Dios es tanto el triunfador sobre el pecado como la víctima de él. Y, como resultado de este doble rol, nuestro Dios puede guardar su pacto con quienes lo quebrantan. El amor de Dios no conduce a una tolerancia del pecado, sino a una victoria sobre él. Como Dios es amor, él se opone al pecado y al mal, porque estos corrompen y destruyen a sus amados hijos. La muerte de Dios en la cruz es el precio que su amor pagó por tomar el pecado con seriedad y seguir amando a los pecadores.

¿Cuán seriamente tomas el pecado en tu vida? ¿Qué criterios usas para justificar tu respuesta?