“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 2:15).

EL DOMINIO DE LA HUMANIDAD

jueves 23 febrero, 2012

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra[...] Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Génesis 1:26-28).

En estos versículos, tenemos las primeras referencias de la Biblia acerca de cómo debía relacionarse la humanidad con el mundo creado. Léelos con oración y diligencia, pensando en la preservación de la creación y en las preocupaciones medioambientales. Luego, responde las siguientes preguntas:

1.¿Cuán completo era el control que debía tener la humanidad sobre la Tierra?

2.¿Qué significa sojuzgar la tierra y dominar sobre todo lo que hay en ella? ¿Hay algo en los textos que le da al hombre la licencia de abusar de la creación y contaminarla?

3.Génesis 1:28 dice literalmente que debían “llenar la tierra”. ¿Cómo podría entenderse esto de cómo debía ser tratada?

No hay dudas: la humanidad había de gobernar la Tierra bajo el poder y la dirección de Dios. Esta declaración fue dada en el mundo anterior a la caída, un mundo sin pecado, muerte ni sufrimiento. Esto debería enseñarnos que el dominar la Tierra no significa una explotación violenta y un saqueo del mundo, pues eso no habría ocurrido en el mundo antes del pecado, ya que sojuzgar y dominar la Tierra no incluía el destruirla.

Por supuesto, mucho ha cambiado desde entonces: la caída, el Diluvio, la maldición (Génesis 3:17-19), y la degeneración general causada por el pecado. No obstante, estos textos no justifican el saqueo y la ruina del planeta mismo. Lo que vemos en esos textos es la responsabilidad de la humanidad, como gobernantes del mundo, de cuidarlo porque Dios lo ha creado y era todo “bueno en gran manera”.

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