“Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí” (Isaías 43:10).

MI DIOS Y YO

domingo 6 de mayo, 2012

Nuestra relación personal con Jesús tendrá influencia directa sobre nuestro éxito en testificar de él. Es muy fácil aprender algunas fórmulas de testificación y evangelización, y luego avanzar en nuestra propia supuesta sabiduría y fortaleza. Aunque Dios puede bendecir nuestros esfuerzos, debemos recordar siempre que la obra es de Dios, y que la realizamos mediante su poder. ¿Queremos meramente impartir conocimiento (aunque sea conocimiento importante) o queremos estimular una relación espiritual vital? Y ¿cómo podemos transmitir a otros lo que no tenemos en nosotros mismos?

Por supuesto, siempre hay ejemplos de personas –por débiles que sean en la fe o aunque estén al borde de la apostasía– que son usadas por Dios para conducir a otros a Jesús. En una ciudad grande, hace muchos años, una señorita, habiéndose unido a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, trabajaba incansablemente para alcanzar a su hermano. Después de años, su hermano se bautizó. Un mes más tarde, la hermana abandonó la fe y, hasta ahora, no ha regresado. Aunque casos como este suceden, el hecho es que cuanto más sólida sea nuestra propia conexión con Jesús tanto más poderosa será nuestra testificación.

Lee Hechos 4:13 y 14. ¿Qué revelan estos versículos acerca de la relación que Pedro y Juan tenían con Jesús, y qué les permitió lograr esta conexión? Piensa en lo que significa cuando dice que “les reconocían que habían estado con Jesús”. ¿Qué quiere decir esto? ¿Cómo debería ser una persona que “ha estado con Jesús”?

La lección en la Palabra de Dios es bien clara. Al pensar acerca de nuestros campos misioneros personales, al evaluar la maduración del grano y la urgente necesidad de obreros, necesitamos permitir que Dios nos atraiga a una estrecha y poderosa relación con él; una relación que nos dará el poder que de otro modo nunca tendríamos.

¿Cómo es tu relación personal con el Señor? ¿Tu presencia –cómo hablas, cómo actúas, cómo tratas a la gente– acerca de tu relación con Dios? Sé realmente tan honesto contigo mismo como puedas.