"De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).
LA SALVACIÓN: LA ÚNICA SOLUCIÓN
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Juan 2:25; Jeremías 17:9; Tito 1:1, 2; Romanos 3:19-24; Hechos 2:37; Lucas 7:47; Efesios 2:1-5.
PENSAMIENTO CLAVE: El problema del pecado es muy grande: cuán agradecidos debemos estar de que la solución fue suficientemente grande como para resolverlo.
EL “PROBLEMA DEL PECADO” se refiere a la crisis causada por la caída de Adán y Eva en el Jardín del Edén, que trajo a la tierra la gran controversia entre el bien y el mal. La parte de Dios en el conflicto ha sido detener y, al final, eliminar los efectos mortíferos del pecado en la tierra y en la creación como un todo. La acción de Dios de rescatar a la creación de los resultados del pecado constituye la doctrina de la salvación. Y, aunque esa batalla se desarrolló aquí en la tierra, los problemas de la gran controversia son, literalmente, universales. La doctrina de la salvación trata de Dios y su obra para salvarnos. Pero la humanidad también tiene un papel importante. Sí, nuestra parte vital consiste en contestar a esta pregunta: ¿Cuál será nuestra respuesta a esa provisión? De esa respuesta depende el destino eterno de nuestras almas.