“En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1 Juan 3:16).

EL DIEZMO: UNA PORCIÓN MÍNIMA

lunes 10 de diciembre, 2012

“Estaría el sacerdote hijo de Aarón con los levitas, cuando los levitas recibiesen el diezmo; y [...] los levitas llevarían el diezmo del diezmo a la casa de nuestro Dios, a las cámaras de la casa del tesoro. Porque a las cámaras del tesoro han de llevar los hijos de Israel y los hijos de Leví” (Nehemías 10:38, 39).

Piensa en tu vida; piensa en su brevedad, piensa en que tu muerte es inevitable (a menos que Cristo regrese durante tu vida). Piensa en lo que significaría si, como muchos creen, la tumba fuera el fin total. Tú estás aquí; tal vez un espasmo en tu metabolismo celular hace su parte (a menudo con dolor, dificultad y temor), y luego termina todo, de un modo u otro. Cuando todas esas células mueren, nada queda sino un cadáver del que los gusanos y las bacterias se alimentan hasta que ellos también expiran.

La suerte de todos nosotros en un universo más grande que nuestro planeta, y mucho más que nuestras vidas individuales, podría no tener ningún sentido, sino ser solo una broma cruel que la mayoría no encontraríamos graciosa.

En contraste con ese escenario, mira lo que Cristo nos ha dado. Mira lo que se nos ofrece por medio de Jesús. Mira lo que el plan de salvación nos dice acerca de nuestra valía y de lo que fue hecho por nosotros, de modo que no tengamos que afrontar la suerte descrita antes.

¿Qué se nos ha dado en Cristo? 1 Corintios 15:51, 52; Apocalipsis 21:4; Gálatas 3:13; Efesios 1:6, 7; Apocalipsis 22:1-5. ¿Qué deberían significar estas cosas para nosotros? ¿Cómo deberían impactar estas promesas en cada aspecto de nuestra existencia?

“Hablo del sistema de diezmos, que me parece tan precario. ¡Cuán vano es el esfuerzo de medir con reglas matemáticas el tiempo, el dinero y el amor ante un amor y un sacrificio sin medida! ¡Los diezmos para Cristo son una limosna tan mísera, un precio tan irrisorio para pagar algo que costó tanto! Desde la cruz del Calvario, Cristo pide una rendición incondicional” (TI 4:121).

Después de todo lo que Cristo hizo por ti, ¿no puedes ejercer suficiente fe y devolverle una pequeña porción de lo que él te dio?