“Mas yo, con voz de alabanza te ofreceré sacrificios; pagaré lo que prometí. La salvación es de Jehová” Jonas 2:9.
EL PROFETA DESOBEDIENTE
No se sabe mucho acerca de Jonás y de su pasado familiar. En 2 Reyes 14:25, se nos dice que vivía en la parte norte de Israel; ministró durante el siglo VIII a.C. El mismo texto revela que Jonás predijo una expansión territorial del reino de Israel.
Nínive era una de las tres grandes ciudades de Asiria, un país importante situado junto al río Tigris. Siendo que Dios es el Señor de todas las naciones y todos los pueblos son responsables ante él (Amós 12), envió a su siervo Jonás para advertir a los ninivitas de la destrucción inminente. El mandato de Dios registrado en Jonás 1:2 es “pregona contra ella”, que también puede ser traducido como “predícale a ella”.
La crueldad de los asirios era notoria. Como un siglo después, el profeta Nahum llamó a Nínive “ciudad sanguinaria, toda llena de mentira y de rapiña” (Nahum 3:1). Jonás fue enviado a entregarle un mensaje de Dios. Entre otras cosas, tal vez el temor a los odiados asirios fue lo que motivó la actitud de Jonás. Cuando Dios le dijo que viajara hacia el este, a Nínive, el profeta rehusó y trató de huir al oeste por barco, a Tarsis.
Al principio, todo pareció ir bien para Jonás, pero entonces Dios envió una gran tormenta contra el barco, para enseñar a su siervo la lección de que nadie puede esconderse de Dios.
Jonás escapó de Dios porque no quería hacer la voluntad del Señor. Todavía hoy la gente tiene muchas razones para escapar de Dios. Algunos lo hacen porque no lo conocen personalmente. Otros hasta rechazan la idea de Dios y de su Palabra; y en muchos casos lo hacen para no sentirse culpables por la manera en la que viven. Después de todo, si no hay ningún poder superior al cual rendir cuentas, ¿por qué no hacer lo que uno quiere? Hay incluso algunos cristianos que evitan a Dios cuando él los llama a hacer algo que no quieren hacer, algo que va contra su naturaleza inherentemente egoísta y pecaminosa.
Lee el Salmo 139:1 al 12. ¿Cuál es el mensaje básico allí para nosotros? ¿Qué clase de sentimientos evoca en ti esta verdad fundamental? O, considéralo de este modo: creemos que Dios no solo ve todo lo que hacemos sino también conoce aun nuestros pensamientos. ¿Vivimos siempre dándonos cuenta de esto o tratamos de borrarlo de nuestra mente? ¿O estamos tan acostumbrados a la idea que no le prestamos mucha atención? ¿Cuán diferente sería tu manera de actuar si siempre fueras sensible al hecho de que Dios conoce cada uno de tus pensamientos?