“Terrible será Jehová contra ellos, porque destruirá a todos los dioses de la tierra, y desde sus lugares se inclinarán a él todas las tierras de las naciones” Sofonías 2:11
La mayor delicia de Dios
“Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos”
(Sof. 3:17).
En la sección final de su libro (Sof. 3:9-20), el profeta se vuelve de un tema de ira a uno de restauración. Más allá del juicio, llegamos a las metas últimas de Dios. Cuando las naciones hayan sido disciplinadas, juntas invocarán a Dios y le servirán de todo corazón. Los labios de la gente serán purificados de modo que todos alaben y adoren a Dios, sirviéndole. Un remanente pequeño, pero humilde y fiel, sobrevivirá en Judá y ocupará el lugar de los orgullosos líderes.
Más importante, Dios morará entre su pueblo y corregirá sus errores pasados. Ya no necesitarán vivir con temor porque Dios estará con su pueblo, morando en medio de ellos. Él será el Libertador y Salvador. “Ellos serán apacentados, y dormirán, y no habrá quien los atemorice” (Sof. 3:13).
Tales bendiciones normalmente harían que el pueblo de Dios se alegre por él, pero el profeta declara que Dios se regocijará sobre ellos. Su amor y gozo por su pueblo serán tan grandes que gritará sobre ellos con júbilo.
¿Cómo describe el profeta Isaías el gozo de Dios sobre su pueblo redimido? Isa. 62:5; 65:19.
El gran Rey, el divino Guerrero, protegerá y vindicará a su pueblo. Les otorgará todos los beneficios de su victoria, la que ganó por nosotros en la cruz. Él exaltará a los humildes y transformará la desgracia, el sufrimiento y la alienación en una experiencia de honor, de bendiciones, y estará con ellos. Se dará prominencia a los cojos y los descarriados, un tema que está en el centro del mensaje proclamado por Jesucristo.
Aun en medio de tales advertencias abrumadoras, Dios ofrece esperanza a su pueblo. ¿De qué manera podemos, como adventistas, confiando en la promesa de la segunda venida, aprender a vivir cada día con esa esperanza? ¿Cómo podemos aprender a mantener viva esa esperanza, especialmente en tiempos de dificultades, cuando el mundo no ofrece nada sino dolor?