"Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos" (Mal. 1:11)

Amar y Respetar a Otros

lunes 24 junio, 2013

La voz de Dios, que domina el libro de Malaquías, es la voz de un padre amante que suplica a sus hijos. Cuando el pueblo plantea preguntas y presenta sus quejas, él está listo para dialogar con ellos. La mayor parte de los problemas analizados por Dios y su pueblo tienen que ver con unas pocas actitudes básicas.

Lee Malaquías 2. Aunque se tratan numerosos problemas, ¿cuáles prácticas condena Dios especialmente? Ver Mal. 2:13-16.

Aunque todos los judíos reconocían a Dios como Padre y Creador en su adoración, no todos ellos vivían como si Dios fuera el Señor de sus vidas. Malaquías toma el matrimonio como un ejemplo para ilustrar la falta de fidelidad y compromiso mutuos. De acuerdo con la Biblia, el matrimonio es una institución sagrada establecida por Dios. El pueblo de Israel fue advertido contra los casamientos fuera de la fe, porque el hacerlo pondría en riesgo su compromiso con el Señor y caería en la idolatría (ver Jos. 23:12, 13).

Dios tuvo la intención de que el matrimonio fuera un compromiso de por vida. En el tiempo de Malaquías, sin embargo, muchos hombres estaban que­brantando sus votos que habían hecho antes, con "la mujer de tu juventud", como dijo el profeta. Viendo que sus esposas se volvían mayores, los esposos se divorciaban de ellas, y se casaban con mujeres más jóvenes y atrayentes. Por esta razón, Dios dice que él aborrece el divorcio (Mal. 2:16). Esta fuerte decla­ración revela cuán serio es Dios acerca de los compromisos del matrimonio, que a menudo la gente toma muy livianamente. Las reglas estrictas de la Biblia acerca del divorcio muestran cuán sagrado es el matrimonio.

Como el divorcio era legal en Israel (Deut. 24:1-4), algunos hombres no vacilaban en romper sus votos matrimoniales. Hacia el fin del período del An­tiguo Testamento, el divorcio parece que había llegado a ser común, algo así como sucede en muchos países hoy. No obstante, en la Biblia, el matrimonio es presentado en forma consistente como un pacto santo ante Dios (Gén. 2:24; Efe. 5:21-23).

Lee Malaquías 2:17. ¿Qué advertencia debe tomarse de estas palabras, especialmente en el contexto de esta lección? ¿O aun en forma más general? ¿Cómo podríamos estar en peligro de abrigar la misma actitud, aun inconscientemente?

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