"Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?" Mateo 7:11

LA ORACIÓN Y EL REAVIVAMIENTO EN HECHOS

domingo 07 julio, 2013

Los creyentes mencionados en Hechos estaban llenos de poder de lo Alto. El Espíritu Santo se derramó de una manera notable. Tocaba los corazones, cambiaba las vidas. El evangelio penetró en los lugares más difíciles, y miles se convirtieron. En Hechos 2, tres mil personas se añadieron a la iglesia (Hech. 2:41). Hechos 4:4 registra que el número solamente de los hombres que creyeron "era como cinco mil". Aun muchos de los dirigentes religiosos que se opusieron a Jesús durante su vida "obedecían a la fe" (Hech. 6:7). La historia de este cre­cimiento fenomenal continúa en Hechos 9, donde dice que las iglesias "se acre­centaban" "por toda Judea, Galilea y Samaria" (Hech. 9:31). En Hechos 10 al 12, se relata que el evangelio pasó por sobre los límites culturales y geográficos. El centurión romano y el tesorero de la reina de Etiopía se bautizaron. Hechos 1 dice que unos 120 creyentes se reunieron en el aposento alto (Hech. 1:13, 15). Las mejores estimaciones arrojan que para el fin del siglo I había por lo menos un millón de cristianos en el Imperio Romano. Esto es un crecimiento notable según cualquier norma.

¿Cuál fue su secreto?

Lee los siguientes textos. ¿Cuál fue la razón principal del crecimiento de la iglesia del Nuevo Testamento? Hech. 1:4, 8, 14; 2:42; 4:31, 33; 6:3, 4.

El pastor R. A. Torrey fue un poderoso predicador de reavivamientos a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Dirigió reuniones de reavivamiento en Gran Bretaña de 1903 a 1905, y por toda América del Norte en 1906 y 1907. Lamentando lo ocupados que estaban los cristianos, declaró: "Estamos dema­siado ocupados para orar, y así estamos demasiado ocupados para tener poder. Tenemos mucha actividad, pero logramos poco; muchos cultos y pocas conver­siones, mucha maquinaria y pocos resultados".

¿Estás demasiado ocupado como para orar? ¿Quién puede identificarse con esto? ¿Cómo puedes ir más lentamente como para tomarte el tiempo que ne­cesitas para orar? Piensa en todas las excusas que tienes para postergarlo, las razones que das para hacer otras cosas. Al fin y al cabo, ¿qué pierdes por no tomarte el tiempo suficiente para orar?

Más de ESU