“Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del Santuario, y de aquel verdadero Tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre”
Hebreos 8:1 y 2
MEDIADOR
“El cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo”
1 Timoteo 2:4 al 6
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¿De qué modo estos versículos nos ayudan a comprender qué está haciendo Cristo por nosotros en el cielo?
A Cristo se lo llama el Mediador único entre Dios y los hombres. No hay otro, porque no se necesita ningún otro. Por medio del puesto de Cristo como Mediador, la salvación y el conocimiento de la verdad están universalmente disponibles (1 Tim. 2:4). La pregunta vital es si aprovecharemos la oferta de Cristo o no, sin tomar en cuenta nuestra situación, raza, carácter o pasado.
“Mediador” es un término del antiguo mundo comercial y legal. Describe a alguien que negocia o actúa como un árbitro entre dos partes con el propósito de eliminar un desacuerdo o alcanzar una meta común a fin de iniciar un contrato o pacto.
En Hebreos, Cristo como Mediador está conectado con el nuevo pacto (Heb. 8:6; 9:15; 12:24). Él logró una reconciliación. Aunque el pecado había destruido la estrecha comunión entre la humanidad y Dios, y hubiera conducido a la destrucción de la raza, Cristo vino y restauró la conexión. Esto es reconciliación. Solo él es el vínculo entre Dios y la humanidad, y por este eslabón podemos gozar una relación de pacto con Dios.
La referencia de Pablo como “Jesucristo hombre” expresa su cualidad singular de ser tanto humano como divino (1 Tim. 2:5). La salvación y la mediación están ancladas precisamente en la humanidad de Jesús, y en su ofrenda propia y voluntaria. Al ser tanto Dios como hombre, Jesús es capaz de vincular el cielo y la tierra con lazos que nunca se quebrarán.
“Jesucristo vino para que él pudiera vincular al hombre finito con el Dios infinito, y conectar la tierra, que se había divorciado del cielo por el pecado y la transgresión”
Elena de White, Sermons and Talks, 1:253
Piensa: hay un ser humano en el cielo ahora mismo que media en tu favor. ¿Qué debería decirte esto acerca de tu importancia a los ojos de Dios? ¿Cómo debería esta verdad impactar la forma en que vives y tratas a otros?