“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”

Apocalipsis 14:6 y 7

LA IRA DE LAS NACIONES

martes 10 diciembre, 2013

Lee Apocalipsis 14:7. ¿De qué juicio está hablando este versículo?

El juicio proclamado aquí comienza antes del regreso de Cristo, que se describe en Apocalipsis 14:14 al 20. Por lo tanto, es el mismo juicio previo al advenimiento de Daniel 7. Su comienzo, que Daniel 8:14 fija en el año 1844, coincide con el hecho de que los mensajes de los tres ángeles llaman a la gente a adorar a Dios, y a apartarse de la bestia y de su “imagen”. Esta “imagen” llegó a la existencia solo después de los 42 meses proféticos, como son los 1.260 días (porque son lo mismo), que terminaron en 1798 d.C. (Apoc. 13:3 al 5, 12 al 14).

Cuando sale el llamado final de Apocalipsis 14:6 al 12, la puerta de la misericordia todavía está abierta, porque todavía se llama al pueblo a apartarse de Babilonia y a adorar el verdadero Dios.

¿Qué abarca el juicio de Dios? Apoc. 11:17 y 18.

Dios reacciona ante la ira de las naciones revelando su poder. Apocalipsis 13 describe esta ira, que Satanás ha incitado (Apoc. 12:17). Desde la perspectiva de los creyentes oprimidos, cuyo ruego perenne solicita los juicios divinos (Apoc. 6:10), el juicio podría estar muy atrasado. Sin embargo, comienza en el tiempo profetizado, y el Día de Expiación escatológico sigue su curso según el plan de Dios.

Apocalipsis 11:17 y 18 da un corto panorama del juicio de Dios. Comienza en el cielo y es traído a la tierra, cuando Dios destruye a los poderes malvados que corrompieron a la humanidad (Apoc. 19:2). La ira de Dios se origina en el Santuario celestial y es derramada en las siete plagas (Apocalipsis 15-18).

En la segunda venida, Dios también recompensará a los fieles (Apoc. 22:12). Finalmente, Dios juzga a los muertos y erradica el mal (Apoc. 20:11-15). Cuando todo termine, el carácter de Dios queda vindicado ante el universo que observa. Todos pueden ver que él es justo y ecuánime en todos sus caminos. Pues ahora, nuestro desafío es aferrarnos a él con todo nuestro corazón, y alma y mente, confiando en que todo esto pasará en el tiempo asignado por Dios.

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