“Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?”

Juan 4:28 y 29

LOS QUE VIVEN ABAJO

domingo 9 de febrero, 2014

Las sociedades establecen jerarquías. Las personas ricas y bien educadas por lo general adquieren las posiciones más altas. Los buenos ciudadanos morales, la gente “ordinaria”, normalmente ocupan los peldaños centrales de la escalera social. Esto deja abajo a personas tales como las prostitutas, los que abusan de drogas, los criminales, los “sin techo” y otros. Durante el tiempo de Cristo, esta lista incluía a los leprosos y a los cobradores de impuestos, o publicanos.

Lee Mateo 21:28 al 32 y Lucas 15:1 al 10. ¿Qué enseñan estos pasajes con respecto a la actitud de Cristo hacia los desechados sociales?

¿Qué sucedió para que los desechados sociales fueran delante de los que tenían justicia propia? ¿Qué descubrieron los que vivían en la base de la estructura social que la élite, a menudo, pasó por alto? ¿Por qué Jesús aparentemente era más efectivo en alcanzar a los del estrato social más bajo que a los del más alto?

Aunque endurecidos por los placeres pecaminosos, y a veces encerrados en exteriores duros de construcción propia, los desechados sociales eran más fáciles de alcanzar que la élite orgullosa, engreída y llena de justicia propia. A menudo, debajo del alarde de los despreciados yace un vacío emocional caracterizado por una baja estima propia. Con frecuencia, en especial durante la adolescencia, tales personas son abiertamente rebeldes, procurando con frenesí establecer una identidad propia para compensar las inseguridades que sienten por dentro. Esa identidad es establecida, a propósito, en oposición a los deseos de quienquiera que sirve como figura de autoridad (generalmente los padres) para esa persona.

Jesús no desperdició esfuerzos dañando su ya debilitado sentido de estima propia. En cambio, creó un renovado sentido de valor personal. Estableció ese fundamento amando y aceptando en forma consecuente a los desechados, cuyos corazones, a menudo, se derretían por la recepción cálida y amante que habían recibido de Cristo.

¿Cuál es tu actitud hacia las personas a las que tu sociedad considera que son desechados sociales? Sé honesto: en muchos casos, ¿no tienes cierto sentido de superioridad? Si es así, medita en las implicaciones de aquellos sentimientos.