“Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación”
2 Corintios 1:7
Conclusión
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “En las regiones lejanas” y “Berea y Atenas”, Los hechos de los apóstoles, pp. 187-189; 243-245.
“Dios hace descender fuego del cielo. La Tierra está quebrantada. Salen a relucir las armas escondidas en sus profundidades. Llamas devoradoras escapan por todas partes de grietas amenazantes. Hasta las rocas están ardiendo. Ha llegado el día que arderá como horno. Los elementos se disuelven con calor abrasador; la Tierra también, y las obras que hay en ella están abrasadas (Mal. 4:1; 2 Ped. 3:10). La superficie de la Tierra parece una masa fundida –un inmenso lago de fuego hirviente. Es la hora de juicio y perdición de los hombres impíos–; ‘es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito de Sion’ (Isa. 34:8).
“Los impíos reciben su recompensa en la Tierra (Prov. 11:31). ‘Serán estopa; y aquel día que vendrá, los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos’ (Mal. 4:1). Algunos son destruidos como en un momento, mientras que otros sufren muchos días. Todos son castigados ‘conforme a sus hechos’ ”
CS 731
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
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Dietrich Bonhoeffer, cuya fe cristiana lo llevó a su muerte, escribió un famoso libro titulado The Cost of Discipleship [El costo del discipulado]. Más abajo se transcriben algunas citas del libro. ¿Cómo se ajustan a lo que hemos estudiado esta semana?
“La vida antigua queda atrás, y es completamente entregada. El discípulo es arrastrado fuera de su seguridad relativa a una vida de inseguridad absoluta (es decir, en verdad, en seguridad y estabilidad absoluta en el compañerismo con Jesús [...]”
pp. 62, 63“Si siguiéramos a Jesús, deberíamos tomar ciertos pasos específicos. El primer paso, que sigue al llamado, separa al discípulo de su existencia previa”
pp. 66, 67“La cruz se pone sobre cada cristiano. El primer sufrimiento de Cristo que cada hombre debe experimentar es el llamado a abandonar los vínculos de este mundo. [...] Cuando Cristo llama a una persona, le pide que venga y muera”
p. 99