“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” Juan 3:3

La oración

miércoles 6 de agosto, 2014

Junto con el estudio de la Biblia, la oración es indispensable a fin de permanecer en Cristo y crecer espiritualmente. Jesús mismo necesitaba orar para estar unido con el Padre. Su vida de oración es un ejemplo para nosotros. La oración marcó los momentos cruciales de su vida: oró cuando fue bautizado; a menudo oraba en lugares solitarios antes del amanecer o en la montaña después de la puesta del sol; otras veces pasó toda la noche orando, como en la víspera de elegir a los doce apóstoles; oró para resucitar a Lázaro. Ni siquiera la cruz le impidió orar.

Si el “Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis” (Mat. 6:8), ¿por qué necesitamos presentarle nuestras necesidades en oración? Pues, a través de la oración, aprendemos a vaciarnos de nosotros mismos y a depender completamente de él.

“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mat. 7:7). Aunque no es necesario impresionarlo mediante oraciones interminables de vanas repeticiones (Mat. 6:5-9), necesitamos perseverar en oración, aferrándonos a sus promesas, no importa lo que pase (Juan 15:7; 16:24).

¿De qué manera las diferentes partes del Padrenuestro pueden ayudarnos a crecer en Cristo? Mat. 6:9-13.

Jesús es nuestro Mediador en el cielo. Por lo tanto, nos instruyó en que dirijamos nuestras oraciones al Padre en su nombre. “Todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará” (Juan 16:23). Cristo enseñó que hay ciertas condiciones para que esta maravillosa promesa se cumpla. Necesitamos creer que Dios nos puede responder (Mat. 21:22). Debemos tener una actitud de perdón hacia nuestro prójimo (Mar. 11:25). Más importante aún, tenemos que subordinar nuestra voluntad a la voluntad del Padre (Mat. 6:10; Luc. 22:42). Y cualquier “demora” en la respuesta no debería desanimarnos; por el contrario, necesitamos “orar siempre, y no desmayar” (Luc. 18:1).

“Señor, enséñanos a orar” (Luc. 11:1) es un pedido siempre relevante, no importa cuánto tiempo haya pasado desde que aceptamos a Cristo como nuestro Salvador. ¿En qué aspecto de tu vida de oración todavía necesitas crecer, por la gracia de Dios?