“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste”
Juan 17:20 y 21
Oración de Jesús por unidad
Era jueves de noche. Después de la Última Cena, Jesús y sus discípulos se dirigieron al Monte de los Olivos. En el camino a Getsemaní, Jesús se detuvo y oró por él mismo, por sus discípulos y por todos los que, más tarde, habrían de creer en él por la predicación de los apóstoles. Aunque la agonía de la cruz estaba delante de él, su mayor preocupación no era él mismo, sino sus seguidores. Juan 17 presenta la oración intercesora más larga de Jesús que se registra en la Biblia. Es alentador pensar que oró por todos los creyentes en él, incluidos a cada uno de nosotros.
Lee Juan 17. ¿Cuál fue el pedido de oración principal de Jesús hacia el Padre, en relación con los creyentes? Leer especialmente los versículos 21-23.
La unidad es crucial para la vida de la iglesia. Podemos percibir su importancia en el hecho de que Cristo repitió cuatro veces su profundo deseo de que sus seguidores sean uno (Juan 17:11, 21-23). En esa hora final y especial, el Señor pudo haber orado por muchas otras cosas muy importantes y necesarias. Sin embargo, enfocó su oración en la unidad de los creyentes. Sabía que el mayor peligro para la iglesia sería un espíritu de rivalidad y división.
El ruego de Jesús no es por uniformidad, sino más bien por una unidad personal similar a su relación con el Padre. Él y el Padre son dos personas, diferentes el uno del otro y cumplen distintas funciones. Aun así, son uno en naturaleza y propósito. De la misma manera, todos nosotros tenemos diferentes temperamentos, contextos, habilidades y roles, pero todos debemos permanecer unidos en Jesucristo.
Este tipo de unidad no se da espontáneamente. A fin de tenerla, debemos aceptar completamente el señorío de Cristo en nuestra vida. Él debe moldear nuestro carácter, y nosotros tenemos que rendirle nuestra voluntad a él.
Esta unidad no es un fin en sí mismo. Es un testimonio para inspirar al mundo a creer en Cristo como el Salvador enviado por el Padre. La unidad armoniosa entre hombres de diversas disposiciones es el testimonio más poderoso de que Dios ha enviado a su Hijo para salvar a los pecadores. Es una evidencia incuestionable del poder salvador y transformador de Cristo. Y tenemos el privilegio de brindar este testimonio.
Muchas veces, la unidad se ve amenazada simplemente por el egoísmo. ¿De qué manera podemos asegurarnos de no poner en peligro la unidad sin una razón justificable?