“Si me amáis, guardad mis mandamientos”

Juan 14:15

Jesús y el Séptimo Mandamiento

martes 02 septiembre, 2014

¿De qué manera amplió Jesús el significado de la Ley en Mateo 5:27 y 28? ¿Qué dijo en los versículos 29 y 30? ¿Cómo entendemos estas palabras?

En este pasaje, Cristo se refiere a dos Mandamientos: el séptimo y el décimo. Hasta entonces, los israelitas habían considerado que el adulterio era solo el acto sexual físico con el cónyuge de otra persona. Jesús señala que, en realidad, el adulterio incluye también los pensamientos y deseos inmorales.

En los versículos 29 y 30, Cristo utiliza un lenguaje figurado. Por supuesto, se podría argumentar que sería mejor sobrellevar esta vida mutilada antes que perder la eternidad con Cristo. Sin embargo, en vez de señalar la mutilación como la solución, lo cual sería contrario a otras enseñanzas bíblicas (Lev. 19:27, 28; 21:17-20), Jesús se refiere al control de los pensamientos e impulsos propios. Al referirse a sacarse un ojo o cortarse una mano, Cristo habla figuradamente de la importancia de tomar resoluciones y acciones firmes para guardarse de la tentación y del pecado.

¿Qué preguntaron los fariseos a Jesús en Mateo 19:3, y por qué se trataba de una pregunta tramposa? Ver el vers. 7. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús? Mat. 19:4-9; compara con Mat. 5:31, 32.

Ambos textos (Mat. 5:31; 19:7) son citas de Deuteronomio 24:1. En los días de Jesús, dos escuelas rabínicas interpretaban este texto de dos maneras diferentes: Hillel entendía que permitía el divorcio casi por cualquier motivo, mientras que, para Shammai, la razón para el divorcio era solamente el adulterio explícito. Los fariseos intentaban que Jesús cayera en la trampa de elegir una escuela u otra. Sin embargo, no tomaron en cuenta que el plan original de Dios nunca fue que las parejas se divorciaran. “Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mat. 19:6). Luego, por la “dureza” de su corazón, los fariseos preguntaron por qué Dios había permitido que un hombre entregara a su esposa una “carta de divorcio” si encontraba en ella “alguna cosa indecente” (Deut. 24:1). Cristo corrigió el mal uso de este pasaje al sostener en alto la santidad y perpetuidad del matrimonio: la única causa para el divorcio, ante Dios, es la “inmoralidad sexual” o “fornicación” (en griego, porneia, literalmente “falta de castidad”).

¿Cuán seriamente tomamos lo que Cristo quiso decir a través de su advertencia de quitarse un ojo o cortarse la mano? ¿Podría haber una advertencia más fuerte que ésta respecto del impacto que el pecado puede tener en nuestro destino eterno? Si esta advertencia te asusta, mejor. ¡Debería hacerlo!

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