“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solo oidores, engañándoos a vosotros mismos”
Santiago 1:22
CONOCE A TU ENEMIGO
Alguien dijo acerca de su enemigo: “Lo veo cada día... cuando me afeito”. Esto es exactamente lo que Santiago quiere que reconozcamos: nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos. La salvación comienza cuando nos vemos tales como somos, no lo que imaginamos que somos.
Lee Santiago 1:23 y 24. ¿A quién se describe aquí, y cuál es, básicamente, el problema?
Aunque no hay nada de malo en presentarnos de la mejor manera posible, muchas personas toman mucho tiempo y gastan mucho dinero para mejorar su apariencia. Pero debemos asegurarnos de que no nos engañemos. Santiago dice que necesitamos obtener un mejor cuadro de nosotros mismos, no importa cuánto no nos guste lo que veamos.
Lee Mateo 19:16 al 22; y 26:33 al 35, y 69 al 75. ¿Cómo se comparan las imágenes de estos dos hombres con la realidad? ¿Qué dicen acerca de ellos sus reacciones diferentes a las palabras de Jesús?
El joven rico pensaba que había estado guardando los mandamientos. De repente, se lo desafió a adherirse a una clase diferente de obediencia, una que nunca había esperado, una que iba mucho más allá de la aceptación externa a las reglas y mandamientos. (Ver Rom. 7:7.)
Pedro, como este joven, también tenía un cuadro distorsionado de sí mismo. Con confianza propia pronosticó que, aun si todos los demás tropezaran y cayeran, él permanecería fiel, aun al costo de su vida. Pero ninguno de los dos percibió cuán fuertemente los mantenía el pecado en sus garras. Ambos se engañaban acerca de su verdadera condición espiritual. Sin embargo, Pedro finalmente se convirtió. Hasta donde sabemos, el joven rico no lo realizó.
Siempre es muy fácil ver las faltas en los demás, pero no las propias, ¿verdad? No obstante, en lo profundo, probablemente nos damos cuenta más de nuestras faltas de lo que queremos admitir. Mira profundamente en tu alma. ¿Qué te dice lo que ves acerca de por qué necesitas un Salvador?