“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solo oidores, engañándoos a vosotros mismos”

Santiago 1:22

Diferentes del mundo

jueves 23 octubre, 2014

¿Qué significa "guardarse sin mancha del mundo"? (Sant. 1:27). ¿Cómo puede eso ser posible? Ver también 1 Juan 2:15, 16; 2 Ped. 1:4.

Algunas personas piensan que si solo pudieran apartarse suficientemente del mundo, podrían evitar la mayor parte de sus tentaciones. Aunque hay algo de cierto en esto, y debiéramos tratar de evitar las tentaciones tanto como sea posible (en especial las más difíciles de resistir), nuestros problemas y debilidades tienden a seguirnos donde vayamos. El problema con el pecado no es tanto lo que hay allí fuera, aunque ciertamente desempeñan una función, como lo que está en nuestros corazones. Allí se desarrolla la verdadera batalla, y tendremos que pelear esa batalla no importa dónde vivamos.

Resulta interesante que el resolver algunos problemas hace que los que quedan sean más obvios. Por ejemplo, limpiar un rincón de la habitación hace que la suciedad cercana se destaque más. También pasa lo mismo con la vida espiritual: “cuanto más cerca estés de Jesús, más imperfecto te reconocerás, porque tu visión será más clara, y tus imperfecciones se verán en abierto y claro contraste con su perfecta naturaleza” (CC 64).

No hagamos decir a la Sra. de White lo que no dice. Ella no dice que cuanto más cerca estemos de Jesús más imperfectos llegaremos a ser. Ella sigue diciendo: “Cuanto más nos guíe la necesidad a él y a la Palabra de Dios, tanto más elevada visión tendremos de su carácter, y más plenamente reflejaremos su imagen” (CC 65).

Una religión real nos conducirá a “tener hambre y sed” de una experiencia más profunda (Mat. 5:6). Jesús pasó tiempo adecuado con su Padre celestial para conocer su voluntad. Pero nunca se aisló de la gente. Fue a donde estaba la gente. Su “comida” era alcanzar a los necesitados, derribar las barreras del prejuicio, y hablarles de la vida eterna (Juan 4:28-35).

A pesar de que Jesús y los primeros cristianos tenían estilos de vida muy diferentes de los de los gentiles, estas prácticas nunca les impidieron compartir su fe. Fueron por todas partes, y el evangelio se esparció por todo el imperio y llegó aun a los centros de corrupción y de maldad tales como Roma.

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