“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solo oidores, engañándoos a vosotros mismos”
Santiago 1:22
LA LEY DE LA LIBERTAD
Lee Santiago 1:25. ¿Qué dice acerca de la función de la Ley?
Santiago refleja los Salmos cuando llama “perfecta” a la Ley de Dios (Sal. 19:7), y un camino hacia la libertad (Sal. 119:45). Pero la Ley, en Santiago, no nos puede salvar ni nos puede limpiar. Nos muestra el ideal de Dios, pero no puede hacernos seguir ese ideal, así como ver a un atleta realizar cosas asombrosas no nos capacita para hacer lo mismo. Para seguir ese ideal, necesitamos el poder de Cristo en nuestra vida.
Lee Romanos 8:2 y 4; y 2 Corintios 3:17 y 18. ¿Qué marca la diferencia entre la Ley como un instrumento de muerte o como algo que muestra el camino hacia la libertad y la vida?
Pablo afirma que “no son los oidores de la Ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la Ley serán justificados” (Rom. 2:13). Él dice que podemos llegar a ser hacedores solo por la obra del Espíritu, que escribe la Ley en nuestros corazones. Solo cuando la obedecemos de corazón, puede la Ley darnos libertad.
Así, el problema no es con la Ley, sino con nosotros. Olvidamos lo que realmente somos: pecadores con necesidad de un Salvador. Fuera de Cristo, oímos la condenación de la Ley. Pero, en Cristo llegamos a ser personas nuevas (2 Cor. 5:17), liberadas en Jesús (Juan 8:36). Oímos que él nos habla la Ley, de que debemos amarnos “unos a otros, como yo os he amado” (Juan 15:12). Por medio de Cristo, experimentamos la libertad de los hijos de Dios salvados por la gracia, y no queremos volver a la condenación y la esclavitud en que vivíamos como transgresores. En Cristo, nuestros pecados son perdonados, y tenemos una vida nueva en la que podemos ser obedientes a la Ley. Sin embargo, lo hacemos no para ser salvados, sino por la libertad que nos viene de saber que hemos sido salvados y que ya no estamos condenados por la Ley.
Piensa en lo que sería tratar de guardar la Ley lo suficientemente bien como para ser salvos por ella. ¿De qué forma guardar la Ley sería un medio de esclavitud? ¿Cómo nos libró Jesús de esa esclavitud, mientras al mismo tiempo nos ordena guardar la Ley?