“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”

Mateo 6:21

¡SE HARÁ JUSTICIA!

domingo 30 noviembre, 2014

El capítulo 5 de Santiago comienza con un fuerte impacto: “¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán” (Sant. 5:1). Sin duda, eso habría logrado atraer la atención del lector.

Santiago 1:10 y 11 recuerda a los ricos la transitoriedad de la riqueza. En el capítulo 5, insta a los que obstinadamente se aferran a ella a “llorar y aullar”. Es como si el juicio inminente se está derramando ya, ahora. La vívida descripción continúa recordando la retribución divina sobre los excesos que caracterizan el período anterior al retorno de Cristo (ver Luc. 17:27-29; 2 Tim. 3:1, 2; Apoc. 18:3, 7). Una actitud similar satura la iglesia de Dios de los últimos días (Apoc. 3:17). Nota que la palabra griega traducida como “miseria”, en Santiago 5:1, viene de la misma raíz que describe a Laodicea como “miserable”, en Apocalipsis 3:17.

Hay mucha injusticia en el mundo, especialmente económica. A veces es difícil de entender por qué algunos se enriquecen explotando a los pobres y, lo que es peor, ¡se salen con la suya! Lee Salmos 73:3 al 19. ¿Qué esperanza hay en estos versículos con respecto a este problema?

En los libros de los profetas del Antiguo Testamento, encontramos una preocupación por la justicia y la promesa de que Dios resolverá la situación. Pero este sentimiento de esperanza no parece hacer más fácil este período de incertidumbre, esperando la intervención divina. Por ejemplo, escribiendo en una época de apostasía general en el pueblo de Dios, cuando Babilonia, llena de orgullo, celebraba su poder y prosperidad, el profeta Habacuc planteó a Dios preguntas muy pertinentes (ver Hab. 1:2-4, 13, 14). La breve respuesta de Dios era que confiase en él y esperase un poco más (Hab. 2:2-4). Y el profeta hizo justo eso (ver Hab. 3:17, 18).

¿Qué injusticias te queman por dentro con enojo e indignación? Por supuesto, aunque debemos hacer lo que podamos para evitar la injusticia, ¿cómo podemos aprender a descansar en la promesa de que, cuando todo termine, Dios hará justicia?

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