“Hay bendiciones sobre la cabeza del justo; pero violencia cubrirá la boca de los impíos” Prov. 10:6
La Verdad de los Justos
Lee Proverbios 12 y concéntrate en el tema de las palabras, especial mente en el contexto de decir verdad o mentiras. ¿Qué mensaje encontramos aquí acerca de la honestidad y el mentir?
La filósofa Sissela Bok ha demostrado en forma convincente cómo el mentir puede ser dañino para la sociedad. Escribe: “Una sociedad, entonces, cuyos miembros fueran incapaces de distinguir los mensajes verdaderos de los engañosos, colapsaría” (Lying: Moral Choice, p. 19).
Del mismo modo, San Agustín, citado en la introducción del libro de Bok, notó que “cuando se ha quebrantado el respeto por la verdad, o aunque estu viera ligeramente debilitado, todas las cosas serán dudosas” (p. 15).
Elena de White escribió: “Los labios mentirosos le son abominación. De clara que a la santa ciudad ‘no entrará [...] ninguna cosa sucia, o que hace abominación y mentira’. Aferrémonos a la veracidad con mano firme, y sea ella parte de nuestra vida. El juego al tira y afloja con la verdad, y el disimular para acomodar los planes egoístas de uno, significa provocar el naufragio de la fe [...] El que declara falsamente, vende su alma a bajo precio. Sus mentiras pueden parecerle útiles en casos de apuro; de esta manera le parecerá que adelanta en sus negocios como no podría hacerlo mediante un proceder correcto, pero llega finalmente al punto en que no puede confiar en nadie. Al ser él mismo un falsario, no tiene confianza en la palabra de otros” (MeM 341).
Cuando pensamos en el poder de las palabras, debemos pensar en el mentir, porque la mayoría de las mentiras se dicen con palabras. ¿Quién no ha sentido la traición, cuando se le ha dicho alguna mentira? Una sociedad puede caer en un caos total cuando la mentira es la norma, en vez de la desviación de la norma.
Además, consideremos el efecto del mentir sobre el que miente. Algunas per sonas están tan acostumbradas a esta práctica que no les molesta; otras sienten culpa o vergüenza cuando mienten. Eso es bueno para ellas, porque significa que todavía están recibiendo un poco de la influencia del Espíritu Santo. No obstante, imagínate el peligro de quien miente, y ni siquiera piensa en ello por segunda vez.
¿Cuándo fue la última vez que mentiste? ¿Cómo te sentiste cuando lo hiciste?