Educación
La palabra hebrea para “educación” viene de una palabra que significa “construir” y “comenzar”. Todos estos significados están contenidos en la idea hebrea de la educación: cuando “instruimos a un niño” (Prov. 22:6) lo edificamos, comenzamos y ponemos el fundamento para el futuro. Los padres y los educadores, por lo tanto, son responsables por el futuro de sus niños y, por implicación, por el futuro del mundo. Lo que hacemos con nuestros niños hoy impactará sobre la sociedad durante generaciones.
Lee Proverbios 22:6. ¿Qué dice esto acerca de la importancia de educar a los niños correctamente?
Es importante que la palabra hebrea para “educar” es la misma palabra usada para la “dedicación” del Templo (1 Rey. 8:63). Una educación temprana se corresponde con la misma perspectiva del Templo; tiene un impacto sobre nuestra salvación, aun más allá de nuestra propia vida. “A los padres se les encomienda la gran tarea de educar y enseñar a sus hijos para la vida futura e inmortal” (CN 37). Tal educación tiene un efecto eterno. El apóstol Pablo parece aludir a este texto cuando felicita a Timoteo por su educación temprana en el conocimiento de “las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación” (2 Tim. 3:15).
Lee Proverbios 22:8 y 15. ¿Qué principios encontramos aquí?
La educación puede compararse con la actividad de “sembrar”. El futuro de nuestra sociedad y de nuestros hijos depende de lo que hemos sembrado. Si nuestra semilla fue “iniquidad”, entonces nuestra educación (“la vara”) fracasará, y cosecharemos iniquidad (vers. 8). Si nuestra semilla tocó los corazones de los niños (vers. 15), entonces la vara de nuestra educación alejará a muchos de ellos de la necedad.
Muy a menudo enseñamos a otros (especialmente a los niños) con nuestro ejemplo. Piensa acerca de tu ejemplo: ¿qué clase de legado estás dejando? ¿En qué áreas podría ser mejor tu ejemplo?