”Y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” Luc. 3:22

“SI ME ADORARES”

miércoles 08 abril, 2015

Lee Lucas 4:5 al 8. ¿Por qué Satanás quería que Jesús lo adorara? ¿Qué tema vital estaba en juego aquí?

La adoración es solo una prerrogativa de Dios. Es el factor que para siempre separa a las criaturas del Creador. Uno de los temas de la rebelión de Lucifer contra Dios en el cielo fue el de la adoración. La ambición de Lucifer está bien resumida en Isaías 14:13 y 14: ascender al cielo, exaltar su trono por sobre las estrellas del cielo, ser como el Altísimo. Fue un intento de usurpar la autoridad que pertenece solo al Creador, y que nunca será de ninguna criatura, no im- porta cuán exaltada sea.

En este contexto, podemos entender mejor qué ocurre en esta tentación. Cuando Jesús estaba a punto de iniciar su misión para redimir al mundo, y volverlo a la posesión y autoridad de Dios, Satanás lo llevó a la cumbre de un monte, dándole una visión panorámica de todos los reinos, y ofreciéndoselos a él a cambio de un acto sencillo: “Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos” (Luc. 4:7).

Satanás estaba tratando de desviar la perspectiva de Cristo de su prioridad divina, y de atraerlo con la pompa y la gloria, por un precio no más alto que una inclinación. Estaba tratando aquí, otra vez, de conseguir la autoridad y la adoración que no pudo obtener en el cielo.

Nota que Cristo echó a Satanás con total desprecio: “Vete de mí, Satanás” (vers. 8). La adoración y el servicio que la acompaña pertenecen al Dios creador exclusivamente. Aquí, otra vez la Palabra de Dios viene en su ayuda. ¿No dijo la Inspiración, mediante Moisés: “Oye Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios [...]. A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás” (Deut. 6:4, 5, 13)? Resolver seguir absolutamente a Dios en fe y obediencia es la respuesta definitiva a las mentiras y las trampas de Satanás.

Cualquiera de nosotros puede afrontar tentaciones a comprometer su fe, aun en “cosas pequeñas”. Tu trabajo, aprobar un examen, tu promoción, demandan un compromiso con respecto al sábado. Tu visa a un país mejor depende de un cambio de nombre que esconda tu fe. ¿En qué punto puedes hacer un trato? ¿Cuándo, si puede ser alguna vez, el precio es correcto?

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