“He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones” Isa. 55:4

LA NATURALEZA MISIONERA DE DIOS

sábado 27 de junio, 2015

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 1:26-28; 2:15-17; 1 Juan 2:16; Juan 3:14, 15; 2 Corintios 5:21; Mateo 5:13, 14.

NUESTRO MUNDO ES UN CAOS y, como humanos, somos la gran razón de este caos porque somos pecadores, criaturas caídas, cuya naturaleza es mala.

Por más que nos guste pensar que estamos avanzando, mejorando, la historia del siglo pasado no es muy animadora. Y aquí estamos, ni siquiera un cuarto del andar de este nuevo siglo, y las cosas tampoco parecen muy brillantes. Si el pasado es precursor del futuro, todo lo que podemos esperar es, citando a un político británico ya fallecido, “sangre, trabajo, lágrimas y sudor”.

Pero, no todo está perdido. Por el contrario, Jesucristo murió por nuestros pecados, y por su muerte tenemos la promesa de salvación, de restauración, de que todo será hecho de nuevo. “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron” (Apoc. 21:1).

No quedamos solos, abandonados en un universo frío e indiferente, para lu char solos. No podríamos hacerlo; las fuerzas en contra de nosotros son mucho más grandes que nosotros. Por eso, antes de que comenzara el mundo, Dios inició el plan de salvación a fin de hacer por nosotros lo que nunca podríamos hacer nosotros mismos.