LA VARA DE ALMENDRO
El profeta es un testigo de Dios; su tarea es hablar, no de sí mismo sino solo de Dios. Jeremías no fue llamado a encontrar soluciones a los problemas de la nación, o a llegar a ser una gran personalidad o un líder carismático a quien el pueblo seguiría. Jeremías tenía la misión singular de transmitir las palabras de Dios al pueblo y a sus dirigentes. El énfasis aquí no está en lo humano o en el potencial humano; solo está en la soberanía y el poder de Dios. El profeta debía señalarle a la gente a Dios, en quien solamente estaba la solución de todos sus problemas. Por supuesto, no es diferente hoy para nosotros.
¿Acerca de qué fue la primera visión de Jeremías? (Ver Jer. 1:11-19.)
La mayoría de las Biblias traduce la expresión hebrea del versículo 11 como “vara de almendro”. Sin embargo, estas traducciones no transmiten el juego de palabras que figura en hebreo. La palabra traducida como “almendro” tiene la misma raíz que “estar alerta”, que aparece en el versículo 12 (ver la NVI: “yo estoy alerta”), ya que Dios dice que “estará alerta” o “se apresurará” para que su palabra se cumpla.
Se podría alegar que el mensaje central de todo el libro de Jeremías se encuentra en los versículos 11 y 12. Dios es un Dios de gracia y perdón. Si su pueblo se aparta de su pecado, él es fiel para perdonarlo y restaurarlo; si no lo hace, él es igualmente fiel en cumplir sus palabras de juicio y de castigo.
Como también podemos ver, las palabras de Dios aquí no fueron solo para el pueblo. Dios le estaba hablando directamente a Jeremías mismo, advirtiéndole que estuviera preparado para la oposición que afrontaría. Sin importar lo que sucediera, Jeremías podía tener la seguridad de Dios de que “yo contigo estoy”. Como veremos, la necesitaría.
Y ¿no la necesitamos todos?
Lee Mateo 28:20. ¿Qué seguridad encontramos para nosotros en estas palabras, viviendo en el tiempo en que vivimos?