EL PACTO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 9:1-17; 12:1-3; Gálatas 3:6-9, 15-18; Éxodo 24; Jeremías 31:31-34; 1 Corintios 11:24-26.
AUNQUE LA BIBLIA HABLA DE “PACTOS”, en plural (Rom. 9:4; Gál. 4:24), hay solo un pacto básico, el de gracia, en el que Dios otorga la salvación a los seres caídos que la reclaman por fe. La idea de “pactos” (plural) surge de las diversas formas en las que Dios expone la promesa esencial del Pacto a fin de atender las necesidades de su pueblo en diferentes momentos y ambientes.
Pero, sea el pacto adánico (Gén. 3:15), el abrahámico (Gén. 12:1-3; Gál. 3:6-9), el sinaítico (Éxo. 20:2), el davídico (Eze. 37:24-27) o el Nuevo Pacto (Jer. 31:31-33), la idea es la misma. La salvación que Dios provee es un don inmerecido y del que no somos dignos, y la respuesta humana a ese don –el mantener la parte humana del trato− es la fidelidad y la obediencia.
La primera mención del Nuevo Pacto está en Jeremías, en el contexto del retorno de Israel del exilio y las bendiciones que Dios les otorgaría. Aun en medio de la calamidad y las dificultades, el Señor extiende a su pueblo extraviado la oferta de esperanza y restauración.