“He aquí vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra” (Jer. 23:5).

Conclusión

viernes 25 diciembre, 2015

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Hace muchos años un pastor adventista del séptimo día llamado W. D. Frazee predicó un sermón titulado “Ganadores y perdedores”. En él repasó la vida de diversos personajes bíblicos, considerando su obra y su ministerio, y luego hizo una pregunta con respecto a cada uno: ¿Fue él un ganador o un perdedor?

Por ejemplo, consideró a Juan el Bautista, que vivió una vida solitaria en el desierto. Aunque finalmente tuvo unos pocos seguidores, nunca fueron muchos, y ciertamente no tantos como Jesús tuvo más tarde. Además, Juan vivió sus últimos días en una oscura prisión donde, a veces, fue atacado por la duda; y finalmente le cortaron la cabeza (Mat. 14). Después de contar todo esto, el pastor Frazee pregunta: “¿Fue Juan un ganador o un perdedor?”

¿Qué sucede con Jeremías el profeta? ¿Cuánto éxito tuvo en la vida? Sufrió mucho, y no tuvo miedo de quejarse y lamentarse. Con pocas excepciones, parece que a los sacerdotes, los profetas, los reyes y al pueblo común no solo no les gustaba lo que tenía para decir, sino también lo tomaban a mal. Hasta se lo consideró un traidor contra su propio pueblo. Al final, llegó la destrucción y la ruina contra la que advirtió toda su vida mientras que una y otra vez el pueblo rechazaba sus palabras. Lo arrojaron a una sucia mazmorra, esperando que muriera allí. Vivió para ver que su nación fue a un terrible exilio mientras Jerusalén y el Templo fueron destruidos. De este modo, desde una perspectiva humana, no le fue muy bien a Jeremías. Desde esa perspectiva, se podría afirmar que su vida fue bastante miserable.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. ¿Fue Jeremías un ganador o un perdedor? ¿Cuáles son las razones para la respuesta que diste? Si afirmas que fue un ganador, ¿qué te dice eso acerca de cuán vital es que no juzguemos la realidad por las normas mundanas? ¿Qué normas hemos de usar para tratar de comprender lo que es correcto y lo que es equivocado, el bien y el mal, el éxito y el fracaso?
  2. ¿De qué maneras vemos la vida y el ministerio de Jesús prefigurado en Jeremías? ¿Cuáles son las semejanzas?
  3. Más temprano en la semana vimos el problema de la “gracia barata”, la creencia de que cumplir ciertos ritos religiosos es todo lo que se necesita para cubrir el pecado. ¿Qué es la verdadera gracia, en contraste con la versión de la gracia barata, inútil y engañosa contra la que se advierte aquí?

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