LA CAÍDA EN EL CIELO
Lee Isaías 14:4, y 12 al 15. ¿Qué rasgos del rey de Babilonia indican que Isaías habla de otro ser más grande que un mero gobernante humano?
Ningún rey terrenal cayó del cielo, lo que sugiere que los versículos 12 al 15 consideran a alguien más grande que un rey, aun siendo el de Babilonia. Además, las imágenes de ascender al cielo, de estar en una posición más elevada que los ángeles y de presidir sobre la asamblea en el monte al extremo norte, todas son descripciones conocidas de divinidades en el antiguo Medio Oriente. Las ambiciones de Satanás aparecen aquí, en esta “doble” profecía.
Jesús usa un plan similar al describir la destrucción de Jerusalén (Mat. 24). Los discípulos le preguntaron por la destrucción del Templo; pero, en su respuesta, Jesús describe la destrucción de Jerusalén por los romanos y, además, la realidad mayor del fin del mundo. Isaías describe los atributos de un rey terrenal, pero los aplica a algo mucho más grande que un rey humano.
Lee Ezequiel 28:2, y 12 al 19. ¿Cómo se describe a Satanás aquí?
Ezequiel describe a un ser prefecto, un querubín protector ante el trono de Dios, presente en el jardín del Edén y engalanado con piedras preciosas (que se ven más tarde en el pectoral del sumo sacerdote). Sin embargo, el ser perfecto se corrompió por causa de su “hermosura”.
Al usar paralelos humanos, podemos comprender realidades divinas. Los profetas usaron lo familiar para ellos, que les era más comprensible, para explicar algo que podría ser difícil de entender. Lo que sucedió en el cielo no nos es fácil de captar, pero podemos entender los efectos de las ambiciones políticas destructivas de gobernantes terrenales. Isaías y Ezequiel nos dan un vistazo de algo inexplicable: cuando todo lo que era perfecto y hermoso en el orden divino fue desfigurado por la ambición destructora.
Si un ser perfecto, creado por un Dios perfecto, en un ambiente perfecto, pudo estropearse tanto por causa del orgullo, ¿qué nos dice esto acerca de cuán mortal es este sentimiento?