“Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mat. 4:19).

EL LLAMADO DE LOS PESCADORES

jueves 7 de abril, 2016

“Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mat. 4:17). Al igual que Juan, Jesús comenzó su ministerio con un llamado al arrepentimiento. Él sabía, como lo sabía Juan, de la condición caída de la humanidad, y de la necesidad que tiene esta de arrepentirse y alcanzar el conocimiento de Dios. De este modo, no sorprende que su primera proclamación pública, por lo menos como se registra aquí en Mateo, haya sido un llamado al arrepentimiento.

Lee Mateo 4:17 al 22. ¿Qué nos dicen estos textos acerca de cuán completo es el llamado de Jesús para nuestras vidas?

Allí, en la tierra olvidada de Galilea, había una pequeña empresa de pesca manejada por cuatro jóvenes: dos parejas de hermanos. Estos hombres, aparentemente, estaban inclinados hacia Dios, porque por algún tiempo algunos de ellos siguieron a Juan el Bautista. Pero, para su sorpresa, Juan el Bautista les había señalado en la dirección de otro hombre joven de su misma región.

Jesús de Nazaret se aproximó a estos hombres y les pidió que pasaran algún tiempo con él (ver Juan 1). Esta es la forma en que operaba esa cultura: los hombres se acercaban a algún rabí, quien tomaba la decisión final acerca de quiénes serían sus discípulos. Y, cuando un rabí te pedía que fueras su discípulo, era un momento de mucho entusiasmo.

Muchas personas han crecido con la idea de que, cuando Jesús llamó a los discípulos junto al mar, era la primera vez que se habían encontrado. Sin embargo, por Juan 1 al 5, sabemos que estos hombres ya habían pasado un año con Jesús, aparentemente sobre la base de tiempo parcial.

“Jesús eligió a pescadores sin letras porque no habían sido educados en las tradiciones y las costumbres erróneas de su tiempo. Eran hombre de capacidad innata, humildes y susceptibles de ser enseñados; hombres a quienes él podía educar para su obra. En las profesiones comunes de la vida, hay muchos hombres que cumplen sus trabajos diarios, inconscientes de que poseen facultades que, si fuesen puestas en acción, los pondrían a la altura de los hombres más estimados del mundo. Se necesita el toque de una mano hábil para despertar estas facultades dormidas. A hombres tales llamó Jesús para que fuesen sus colaboradores; y les dio las ventajas de estar asociados con él” (DTG 215).