“Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños” (Juan 10:5).

Conclusión

viernes 9 de septiembre, 2016

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee Salmo 77:20; Oseas 11:4; 2 Corintios 5:11 al 21; “Enseñar y curar” y “Ayuda en la vida cotidiana”, El ministerio de cu- ración, pp. 99-118, 372, 373; “La esperanza de vida” y “Una generosa invitación”, Palabras de vida del gran Maestro, pp. 144-155, 180-189.

Había un joven que amaba al Señor y que quería contarles a otros acerca de Jesús. Se expresaba bien, era carismático y un testigo poderoso. A la gente le gustaba escucharlo hablar. No obstante, había un problema constante: siempre tenía miedo de pedirle a la gente que se decidiera por Jesús. Esto sorprendía a otros miembros de la iglesia, porque en toda otra forma parecía tan valiente para el Señor, tan dispuesto a hablar abiertamente acerca de su fe. Finalmente, cuando se le preguntó acerca de ello, dio el argumento que vimos en la sección del miércoles, de que ese no era su don. Le gustaba sembrar la semilla, pero dejaba que otros hicieran la cosecha. No obstante, después de un tiempo, confesó que, más que ninguna cosa, tenía miedo de ser rechazado. Siempre se sentía un poco inadecuado como testigo del Señor (lo que es bueno), y de esta manera tenía miedo de que la gente no hiciera su compromiso con Jesús después de que él se lo pidiera. Otros en la iglesia le explicaron que el testificar no es acerca de nosotros, sino acerca de Jesús. Siempre seremos testigos imperfectos. Aunque podemos señalarles a Jesús con oración y amor, no podemos desempeñar la función del Espíritu Santo, quien solo puede producir la convicción y la conversión. No obstante, nosotros hemos de ser los conductos humanos del amor de Cristo a otros.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. ¿Qué le dirías a alguien que dijera que tiene miedo de pedir a otros que hagan un compromiso con Jesús?
  2. Juan 1:9 dice: “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”. ¿De qué manera este versículo nos ayuda a comprender que el Señor está procurando alcanzar a cada persona con la salvación?
  3. ¿Cuán amigable es tu iglesia para las visitas? ¿Qué podrías hacer para mejorar la forma de tratar a los extraños que entran por su puerta?
  4. ¿Cuándo fue la última vez que alguien que pasaba frente al templo, sencillamente, entró en él? ¿De qué forma respondió la iglesia?
  5. En la clase, conversen sobre la historia de sus conversiones. ¿De qué modo las usaron, y cómo podrían usarlas a fin de ser un testimonio para otros?