“Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz” (Jer. 29:7).

ALCANZAR LAS CIUDADES

jueves 15 de septiembre, 2016

Ninguno dice que la tarea de alcanzar a otros y la del ministerio son fáciles. El hecho es que no lo son. Los seres humanos son caídos, corruptos, y no son naturalmente espirituales. Como Pablo dijo de sí mismo: “Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado” (Rom. 7:14). Si Pablo dijo eso, ¿qué pasará con los que no conocen al Señor, o que nunca tuvieron una transformación con Jesús?

Y, si nuestras naturalezas caídas no fueran suficientemente malas, las ciudades son conocidas por su mala influencia sobre la gente. Las personas afrontan muchas tentaciones que el enemigo usa para mantenerlas vinculadas con el pecado. Por eso, no es extraño que alcanzar las ciudades no sea una tarea sencilla; sin embargo, es una tarea que hay que hacer, y que nosotros, como iglesia, tenemos que hacer.

¿Qué nos dicen estos versículos acerca de la importancia de extendernos a otros?2 Ped. 3:9 1 Tim. 2:4

De acuerdo con la Palabra, la muerte de Cristo fue universal: incluye a toda la humanidad, desde Adán y Eva hasta todos los que los siguieron. Esto incluye a las masas innumerables que viven en los grandes centros metropolitanos del mundo. Ellos también necesitan oír las grandes verdades que son tan preciosas para nosotros.

“No hay cambio en los mensajes que Dios ha enviado en el pasado. La obra en las ciudades es la obra esencial para este tiempo. Cuando se trabajen las ciudades como Dios desea, el resultado será la puesta en operación de un poderoso movimiento cual nunca se ha visto” (MM 403).

El llamado a alcanzar las ciudades es personal. Es un llamado a una experiencia más profunda con Cristo, y un llamado a una intercesión y una planificación amplias, y a su puesta en práctica. Se edifica sobre el fundamento del reavivamiento y la reforma, y solo se hará por el poder del Espíritu Santo.

Lee Romanos 10:14 y 15. ¿Qué se aplica a todos nosotros que pretendemos ser seguidores de Cristo? ¿De qué manera podemos todos ser más activos en alcanzar y ministrar a las almas del lugar donde vivimos?