“Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra” (Éxo. 19:5).

EL NUEVO PACTO (JER. 31:31-33)

jueves 08 abril, 2021

En estos pasajes, es la primera vez que el Antiguo Testamento menciona lo que se conoce como el “Nuevo Pacto”. Se presenta en el contexto del regreso del exilio de Israel y habla de las bendiciones que recibirán de Dios.

Nuevamente, como en todos los demás, es Dios quien inicia el Pacto, y es Dios quien lo cumplirá, por su gracia.

Observa también el lenguaje. Dios se definió a sí mismo como un marido para ellos; habló de escribir su Ley en el corazón de ellos; y utiliza lenguaje del pacto abrahámico, al decir que él será el Dios de ellos y ellos serán su pueblo. Por lo tanto, al igual que antes, el Pacto no es simplemente un acuerdo legal vinculante, como en los tribunales actuales; se trata de algo más.

Lee Jeremías 31:33. Compáralo con Éxodo 6:7, que detalla parte del pacto hecho con Israel. Nuevamente, ¿cuál es el elemento clave que surge aquí? ¿Qué quiere Dios con su pueblo?

Lee Jeremías 31:34. Compara lo que aquí dice con Juan 17:3. ¿Qué hace el Señor que es clave para sentar las bases de esta relación?

En Jeremías 31:31 al 34, se puede ver los elementos de la gracia y la obediencia, al igual que en los pactos anteriores. Dios perdonará sus pecados, Dios entablará una relación con ellos y Dios les conferirá su gracia. Como resultado, el pueblo simplemente obedece a Dios; no de una manera mecánica, sino simplemente porque lo conocen, porque lo aman y porque quieren servirlo. Esto capta la esencia de la relación de pacto que el Señor anhela tener con su pueblo.

¿Cómo entiendes esta idea de que la Ley está escrita en nuestro corazón? Esto ¿implica que la Ley se vuelve subjetiva y personal, algo a interpretar y aplicar según las configuraciones individuales de nuestro corazón? ¿O significa algo más?

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