“Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo” (Éxo. 31:16).
ACUÉRDATE DEL SÁBADO
“Acuérdate del día de reposo para santificarlo” (Éxo. 20:8). El sábado fue y es una señal para que el hombre se acuerde, o recuerde.
El uso de la palabra acordarse puede tener varias funciones. En primer lugar, acordarse de algo implica mirar hacia atrás, mirar hacia el pasado. En este caso, el sábado nos señala la Creación por mandato divino, que culminó con la institución del sábado como día de descanso semanal y de comunión especial con Dios.
El mandato de recordar tiene implicaciones también para el presente. No solo debemos “recordar” el sábado (Éxo. 20:8), debemos “guardarlo” y “santificarlo” (ver Deut. 5:12). Por lo tanto, el sábado tiene importantes implicaciones para nosotros ahora, en el presente.
Finalmente, recordar el sábado también nos señala hacia adelante. Quien se acuerda de guardar el sábado tiene un futuro prometedor, rico y significativo con el Señor del sábado; su relación de pacto permanece porque persevera en el Señor. Nuevamente, cuando entendemos que el Pacto es una relación entre Dios y la humanidad, el sábado, que puede ser de gran ayuda para fortalecer esa relación, adquiere una importancia específica.
De hecho, al recordar la Creación y a su Creador, el pueblo de Dios también recuerda los misericordiosos actos de salvación por parte de Dios (ver Deut. 5:14, donde el sábado se considera, en este contexto, una señal de la liberación de Egipto, y un símbolo de la salvación definitiva que se encuentra en Dios). La Creación y la Re-Creación van juntas. La primera hace posible la segunda. El sábado es una señal que comunica que Dios es el Creador del mundo y el Creador de nuestra salvación.
“Mediante la santificación del sábado debemos demostrar que somos su pueblo. Su Palabra declara que el sábado ha de ser la señal que distinguirá al pueblo que guarda los mandamientos. [...] Los que guardan la Ley de Dios serán uno con él en la gran controversia comenzada en el cielo entre Satanás y Dios” (MS 2:196).
Analiza esta declaración de la sierva del Señor. ¿Qué tiene el sábado que lo convierte en algo que nos puede distinguir como “el pueblo que guarda los mandamientos” quizá más que cualquiera de los otros mandamientos?