“Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Cor. 10:11).

AGITACIÓN EN EL DESIERTO

domingo 4 de julio, 2021

Israel debió de haberse sentido intranquilo e infeliz cuando partió del Sinaí camino a Canaán. Había pasado más de un año desde que salieron de Egipto (Núm. 1:1). Estaban listos para entrar en la Tierra Prometida. Estaban contados y organizados. Habían sido testigos de increíbles demostraciones del favor divino y de claras señales de la presencia de Dios. Sin embargo, el primer lugar después de partir del Sinaí los encuentra quejándose.

Lee Números 11:1 al 15. ¿De qué se quejan los israelitas?

Los israelitas ansían la carne, los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y el ajo de Egipto. “Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne! Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos” (Núm. 11:4-6). También debieron de haber sufrido de una memoria selectiva grave, ya que recordaban la comida pero se olvidaban de la esclavitud y las privaciones increíbles que habían soportado (comparar con Éxo. 1).

Se habían alimentado con el maná de Dios por más de un año; sin embargo, se sentían inquietos y querían algo más. Incluso Moisés se ve afectado. Tratar de liderar a un grupo de personas inquietas no es fácil. Pero Moisés sabe a quién acudir. “¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿Y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí?” (Núm. 11:11).

¿Cómo responde Dios a las quejas? Lee Números 11:16 al 33.

Dios no es sordo a nuestras necesidades cuando nos sentimos inquietos. En el caso de Israel, les dio codornices para satisfacer su hambre de carne. Pero, no era realmente carne lo que Israel ansiaba. Cuando nos sentimos descontentos, inquietos y enojados, aquello que nos enoja, a menudo, es solo el detonador, no la causa del conflicto. Luchamos porque hay algo más profundo que está afectando nuestras relaciones básicas. Israel se rebeló contra la conducción de Dios; algo con lo que todos debemos tener cuidado, más allá de nuestra situación y nuestro contexto inmediatos, porque es más fácil de lo que pensamos.

¿Por qué es tan fácil recordar el pasado como algo mejor de lo que realmente fue?