“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Sal. 51:10).

EL COSTO DEL DESCANSO

sábado 17 de julio, 2021

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 2 Samuel 11:1–27; 12:1–23; Génesis 3:1–8; 1 Juan 1:9.

Muchos se desesperan por encontrar un poco de paz y tranquilidad. También están dispuestos a pagar por ello. En muchas grandes ciudades hay habitaciones sin Internet, que se pueden alquilar por hora. Las reglas son estrictas: nada de ruidos, nada de visitas. La gente está dispuesta a pagar para poder sentarse tranquila y simplemente pensar, o dormirse una siesta. Hay cápsulas para dormir que se pueden alquilar en los aeropuertos, y los auriculares con reducción de ruido son artículos habituales. Incluso hay capuchas de tela o protectores de privacidad plegables que se pueden comprar para colocarse sobre la cabeza y el torso, para un descanso rápido en el lugar de trabajo.

El verdadero descanso también tiene un costo. Si bien a los especialistas en trucos de autoayuda les gustaría hacernos creer que podemos determinar nuestro destino y que el descanso es solo una cuestión de decisión y planificación, no obstante, cuando lo consideramos honestamente, nos damos cuenta de nuestra incapacidad de darle verdadero descanso a nuestro corazón. Agustín de Hipona (siglos IV-V d.C.), uno de los llamados “padres de la iglesia”, lo expresó de manera sucinta en sus famosas Confesiones (Libro 1), al considerar la gracia de Dios: “Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.