“Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén” (2 Ped. 3:17, 18).
RELACIONARNOS A LA MANERA DE DIOS
Inicialmente, la historia de José en Egipto da un giro positivo. José se encomendó a Dios, y él lo bendijo, por lo que llegó a alturas que no imaginaba en la casa de Potifar.
¿De qué formas prácticas se podrían ver las bendiciones de Dios en la vida de José? ¿Cómo eran las relaciones interpersonales de José? Lee Génesis 39:1 al 6.
Aunque José parece llevarse muy bien con Potifar, y sus relaciones con el personal de la casa y del campo parecen ser armoniosas, se avecinan problemas.
¿Qué problema de relación enfrenta José? ¿Cómo decide abordarlo? Lee Génesis 39:7 al 10.
José tiene un problema con la esposa de Potifar. Quizá deberíamos reformular esta frase: la esposa de Potifar tiene un problema. Ella ve a los demás como “cosas” que se pueden manipular y usar. Quiere “usar” a José. A José se lo describe como “de hermoso semblante y bella presencia” (Gén. 39:6). La Biblia rara vez menciona los rasgos físicos de las personas, porque Dios “no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Sam. 16:7). En este caso, la buena apariencia de José parece ser más un obstáculo que una ayuda.
A pesar de la insistencia de esta mujer malvada, José hace algo aparentemente contraproducente. Aplica los principios bíblicos a todas las relaciones, en este caso, con la esposa de Potifar. Los principios bíblicos para las relaciones no son anticuados, como puede atestiguar cualquiera (por no decir todos) que haya sufrido las consecuencias del pecado.
La esposa de Potifar lo persiguió vez tras vez (Gén. 39:10). José trató de explicar el motivo de su decisión (39:8, 9) pero parece que no funcionó.
José comprende que no puede controlar las decisiones de los demás. Sin embargo, decide vivir, amar y tratar a quienes lo rodean de una manera que honre a Dios. José ha aprendido a vivir en la presencia de Dios. Saber esto lo ayudó a resistir la tentación.
¿Has tratado de aplicar los principios bíblicos a todas tus relaciones, incluso aquellas en las que la otra persona no está “jugando limpio”? ¿Qué tal te fue? Lee Mateo 5:43 al 48. ¿Por qué es importante vivir así?