“¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?” (Jonás 4:11).
UN DESCANSO DE TRES DÍAS
Al huir de Dios, Jonás no estuvo libre de problemas. Su breve “descanso” se vio perturbado cuando Dios intervino milagrosamente con la tormenta. Dios salva a Jonás de una tumba de agua y manda un animal acuático para salvar a Jonás.
Sin embargo, recién cuando Jonás se encuentra en un descanso obligado de tres días en el estómago del gran pez se da cuenta de cuán dependiente es de Dios. A veces necesitamos caer en algún lugar que no tenga nada de lo que este mundo ofrece para darnos cuenta de que Jesús es a quien realmente necesitamos.
Lee la oración de Jonás en el vientre del pez (ver Jon. 2:1–9). ¿Por qué ora?
Aunque estaba allí, en lo profundo, en una situación muy peligrosa, Jonás, en su oración, ora por el Santuario. Verá el “santo Templo” de Dios.
¿Qué está pasando aquí? El Templo constituye un punto central en esta oración, y debería ser el
punto central de la oración en general. Solo hay un lugar, para el Antiguo Testamento, donde se puede encontrar a Dios; está en el Santuario (ver Éxo. 15:17; 25:8). El Santuario es el punto central de oración y comunión con Dios.
Sin embargo, Jonás no se refiere al Templo de Jerusalén; más bien, habla del Santuario celestial (Jon. 2:7). Allí es donde está depositada su esperanza, porque de ahí proviene Dios y la salvación que él ofrece.
Finalmente Jonás comprende esta verdad importante. Ha experimentado la gracia de Dios. Ha sido salvo. Cuando el gran pez lo escupe, él comprende de primera mano el amor de Dios hacia él, un profeta fugitivo. Ciertamente ha aprendido (aunque con algunos rodeos en el viaje) que el único camino seguro para cualquier creyente es procurar hacer la voluntad de Dios.
Por ende, ahora decide cumplir con su deber y obedecer las órdenes de Dios, y finalmente se dirige a Nínive, sin duda por fe; se dirige hacia una ciudad extremadamente malvada, a cuyos ciudadanos no les agradaría que este profeta extranjero les dijera cuán malos son.
A veces, quizá solo necesitemos tomar distancia de todo para tener una nueva perspectiva de las cosas. Aunque la historia de Jonás, quien sobrevivió milagrosamente en el vientre de su pez, es un caso bastante extremo, tomar distancia de tu entorno normal, ¿cómo podría permitirte verlo desde una perspectiva nueva y, quizá, necesaria?