“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia” (Heb. 12:28).
RECIBIR UN REINO INCONMOVIBLE
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Hebreos 12:18–29; Éxodo 32:32; Daniel 7:9, 10, 13–22; Hageo 2:6–9, 20–22; Salmo 15:5; 16:8; Hebreos 13:15, 16.
Hebreos 12:18 al 29, el pasaje de esta semana, es el punto culminante de la carta, y resume la principal preocupación de su autor al repetir la idea del comienzo: Dios nos ha hablado en la persona de su Hijo, y nosotros debemos prestarle mucha atención a él (Heb. 1:1, 2; 12:25). La descripción de Jesús en Hebreos 12:22 al 24 resume las afirmaciones de la carta acerca de él: Jesús es el Mediador del Nuevo Pacto, y su sangre ofrece salvación a los creyentes. Su ministerio sacerdotal y real en nuestro favor es motivo de celebración para las huestes celestiales. Y finalmente, Hebreos 12:25 al 29 contiene la última exhortación concluyente: el Juicio de Dios se aproxima. Traerá destrucción a sus enemigos, pero vindicación y un reino a su pueblo (Heb. 12:28, 29).
El final enfatiza la importancia de los logros de Jesús en la Cruz y dirige a los creyentes a la consumación de la victoria de Jesús. Pablo usó imágenes de Daniel 7 para recordarles a los lectores que Jesús ha recibido un reino de Dios, el Juez (Dan. 7:9-14), y que compartirá su Reino con los creyentes, “los santos del Altísimo”, quienes lo poseerán eternamente (Dan. 7:18).