“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gén. 1:1).
EL DEBER DE LA HUMANIDAD
En cuanto Dios creó al primer hombre, le ofreció tres regalos: el Jardín del Edén (Gén. 2:8), alimento (Gén. 2:16) y la mujer (Gén. 2:22).
Lee Génesis 2:15 al 17. ¿Cuál es el deber del hombre hacia la Creación y hacia Dios? ¿Cómo se relacionan estos dos deberes entre sí?
El primer deber del hombre se refiere al medio ambiente natural en el que Dios lo ha puesto: “cultivar[lo] y cuidar[lo]” (Gén. 2:15, NVI). El verbo ‘avad, “cultivar”, alude al trabajo. No es suficiente recibir un regalo. Tenemos que trabajar en él y hacerlo fructífero, una lección que Jesús repetirá en su parábola de los talentos (Mat. 25:14-30). El verbo shamar, “cuidar”, implica la responsabilidad de preservar lo recibido.
El segundo deber se refiere al alimento. Debemos recordar que Dios se lo dio a la humanidad (ver Gén. 1:29). Dios también le dijo: “Puedes comer libremente” (Gén. 2:16, NTV). Los seres humanos no crearon los árboles ni la comida que hay en ellos. Fueron un regalo, un regalo misericordioso.
Pero aquí también hay un mandamiento: debían recibir y disfrutar del generoso regalo de Dios “de todo árbol”. Sin embargo, como parte de esta gracia, Dios agrega una restricción. No deben comer de un árbol en concreto. Disfrutar sin ninguna restricción te conducirá a la muerte. Este principio estuvo desde el mismo Jardín del Edén y, en cierto sentido, ese mismo principio existe hoy.
El tercer deber del hombre concierne a la mujer, el tercer regalo de Dios: “Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer” (Gén. 2:24). Esta declaración extraordinaria es una expresión poderosa que resalta la responsabilidad humana hacia el pacto conyugal y el propósito de ser “una sola carne”; es decir, una sola persona (comparar con Mat. 19:7-9).
La razón por la que es el hombre (y no la mujer) quien debería dejar a sus padres puede tener que ver con el uso genérico bíblico del masculino; por eso, el mandato quizá se aplique también a la mujer. De todos modos, el vínculo del matrimonio, aunque es un regalo de Dios, conlleva una responsabilidad humana una vez que se ha recibido el regalo, una responsabilidad que deben cumplir fielmente tanto el hombre como la mujer.
Piensa en todo lo que Dios te dio. ¿Cuáles son tus responsabilidades con lo que recibiste?