“Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él” (Gén. 4:7).

EL CASTIGO DE CAÍN

miércoles 13 de abril, 2022

Lee Génesis 4:9 al 16. ¿Por qué Dios pregunta “¿Dónde está Abel, tu hermano?” ¿Cuál es la conexión entre el pecado de Caín y el hecho de que él se convirtiera en “errante y extranjero [...] en la tierra” (Gén. 4:12)?

La pregunta de Dios a Caín es similar a la que le hace a Adán en el Edén: “¿Dónde estás tú?” Este eco sugiere que existe un vínculo entre el pecado en el Edén y este pecado: el último pecado (de Caín) era resultado del primero (el pecado de Adán).

Sin embargo, Caín no reconoce su pecado; él lo niega; aunque Adán no, a pesar de que trató de echar la culpa sobre otros. Caín, al contrario, desafía abiertamente a Dios, quien no pierde el tiempo, al confrontar a Caín con su crimen. Cuando Dios formula la tercera pregunta: “¿Qué has hecho?”, ni siquiera espera una respuesta. Le recuerda a Caín que él lo sabe todo, porque la voz de la sangre de Abel le ha llegado desde la tierra (Gén. 4:10), una imagen que significa que Dios está al tanto del asesinato y responderá a ello. Abel está en la tierra, un vínculo que tiene relación directa con la Caída y con lo que el Señor ha dicho que le sucedería a Adán (ver Gén. 3:19).

Lee Génesis 4:14. ¿Qué importancia tienen las palabras de Caín: “de tu presencia me esconderé”?

Como se derramó la sangre de Abel en tierra, esta vuelve a recibir una maldición (Gén. 4:12). Como resultado, Caín es condenado a vivir como refugiado, lejos de Dios. Recién cuando Caín escucha la sentencia de Dios, reconoce la importancia de la presencia divina; porque sin ella, teme por su vida. Incluso después de asesinar a sangre fría a su hermano y de su actitud desafiante, el Señor todavía le muestra misericordia. Y, aunque “Caín se alejó de la presencia del Señor” (Gén. 4:16, NVI), el Señor todavía le brindó algún tipo de protección. Exactamente cuál era esa “señal” (Gén. 4:15), no lo sabemos, pero sea cual fuere, la recibió solo por la gracia de Dios.

“De tu presencia me esconderé” (Gén. 4:14). Qué situación tan trágica para cualquiera. ¿Cuál es la única forma en que nosotros, como pecadores, podemos evitar esa situación?